Paraguay ha sido testigo de un cambio significativo en su liderazgo político con la elección de Santiago Peña como presidente del país. Peña, miembro destacado del Partido Colorado, asume la responsabilidad de dirigir los destinos de Paraguay en un momento crucial para su política exterior y las relaciones internacionales. Con su amplia experiencia en asuntos internacionales, se espera que Peña defina una nueva agenda y posturas en materia de política exterior, generando expectativas tanto a nivel nacional como regional. 

En este contexto, Escenario Mundial tuvo el privilegio de entrevistar a Julieta Heduvan, reconocida especialista en política exterior paraguaya, para obtener una perspectiva más profunda sobre las implicancias y desafíos que enfrenta Paraguay bajo el  nuevo liderazgo de Santiago Peña.

Heduvan, licenciada en Relaciones Internacionales y autora del libro “Paraguay, política exterior e integración regional. Un recorrido hacia la contemporaneidad”, es reconocida por su profundo conocimiento sobre la política exterior del país.

En esta entrevista, se explorarán diversos ejes relacionados con la política internacional de Paraguay y su impacto en la región. Se abordarán temas clave, como la figura de Santiago Peña, la cuestión Taiwán y la relación con Argentina propiamente dicha. 

A continuación, la entrevista completa: 

Escenario Mundial: ¿Quién es Santiago Peña? ¿Cuáles son sus principales postulados en materia internacional? ¿Cómo se podría diferenciar de su antecesor?

Julieta Heduvan: Santiago Peña es un economista egresado de Estados Unidos, de 44 años, con una carrera bastante interesante. A los 32 años ya era director del Banco Central y se convirtió en el ministro de Hacienda más joven de Paraguay. Con su triunfo lo que vemos es la reafirmación del status quo y de la hegemonía colorada. Y este resultado electoral es una demostración de que la sociedad paraguaya sigue eligiendo mantener esta línea.

Si hablamos de sus postulados en materia internacional, Santiago Peña ha reafirmado una tríada de países aliados: por un lado, Estados Unidos, segundo Taiwán y por último Israel. 

Por un lado, el relacionamiento entre Paraguay y Estados Unidos se ha caracterizado por un sólido alineamiento del Paraguay a los intereses del hegemón, aunque con ciertos períodos de mayor autonomía, especialmente durante el periodo 2003 y 2012. No obstante a ello, la relación entre Asunción y Washington posee un aliciente pragmático, donde se produce una vinculación en términos de beneficios mutuos, aunque asimétricos. Estados Unidos tiene a un aliado estratégico en Sudamérica, ubicado entre Brasil y Argentina, parte de la Triple Frontera, miembro del Mercosur y amigo de Taiwán. Y Paraguay obtiene un vínculo cercano con la potencia regional y cooperación financiera y técnica.

Con el triunfo de Santiago Peña, el señalado como heredero político de Horacio Cartes, las relaciones con Estados Unidos pueden tornarse más complejas. Si bien, Peña ha anunciado en reiteradas ocasiones sus intenciones de mantener a Estados Unidos como un aliado principal y estratégico de Paraguay, probablemente observemos una relación más conflictiva en el futuro.

La carrera política de Santiago Peña se nutrió bajo el ala del expresidente Horacio Cartes, quien estuvo en el centro de la polémica durante las elecciones debido a su designación como significativamente corrupto por parte del gobierno de Estados Unidos y las consiguientes sanciones financieras impuestas por el Tesoro a sus empresas. Esto es clave para entender las relaciones internacionales de Paraguay y su futura relación con Estados Unidos.

Lo más probable es que el relacionamiento con este aliado, si bien busque mantenerse estable, esté prioritariamente marcado por “un tira y afloje” debido a la política estadounidense enfocada en torno a la lucha contra la corrupción y el tráfico de divisas en la región, una línea de política exterior que está llevando a cabo desde hace algunos años, pero que últimamente se evidencia con mayor fuerza en Paraguay, de la mano de un involucramiento cada vez más activo en la política interna paraguaya.

No obstante, a pesar de estas tensiones también puede apreciarse un guiño de parte de Paraguay hacia Estados Unidos con respecto a Taiwán. Haber nombrado a Taiwán como el segundo país en su triada de países aliados es importante y esto podría justificarse en base a dos aristas. 

Primero, a nivel externo, una señal positiva a Estados Unidos en esta relación conflictiva de “tira y afloje”, al notarse dispuesto a ceder con respecto a la cuestión de Taiwán y mantener el reconocimiento diplomático a este actor cada vez más falto de aliados dentro del sistema internacional. Y segundo justificante, a nivel interno, se debe al sostenimiento de las relaciones de Taiwán con las élites políticas. El gobierno taiwanés tiene una relación muy cercana al Partido Colorado y esta vinculación define la continuidad de la línea histórica a favor del reconocimiento.

Por lo tanto, para definirlo un poco mejor, tenemos estas dos cuestiones. Primero, la relación trilateral Estados Unidos – Taiwán – Paraguay; y segundo, en materia de política doméstica, la continuidad del Partido Colorado en el poder y el relacionamiento de Taiwán con las élites políticas.

Por último, la línea en torno a Israel, la cual representa un cambio fuerte de la política exterior paraguaya. Si bien, esta es una arista nueva, en 2018 ya se había dejado entrever en los últimos meses de gobierno de Horacio Cartes, cuando el expresidente decidió trasladar la embajada de Israel de Tel Aviv a Jerusalén. Posteriormente, con la llegada del gobierno de Abdo Benítez, esta decisión fue revertida y la embajada fue establecida nuevamente en Tel Aviv. 

En agosto, con la llegada de Santiago Peña al poder, Paraguay buscará un relacionamiento mucho más cercano con Israel, a pesar de que éste nunca ha sido particularmente fluido dado que no existen demasiadas cuestiones en común entre ambos Estados. Por lo pronto, el gobierno buscará un cambio de dirección en este sentido y esto es algo que debemos seguir de cerca. Las relaciones más estrechas con Israel podrían generar repercusiones a nivel internacional para Paraguay y algunos socios en Medio Oriente. En los últimos años, la política exterior paraguaya estuvo enfocada en fortalecer los intercambios comerciales y abrir mercados en esta región, pero el traslado de la embajada podría confrontar con esta política de proximidad hacia estos países.

EM: Todo el arco político argentino felicitó al nuevo presidente electo. ¿Cómo se traduce esto en términos de una vinculación más profunda y efectiva entre Paraguay y Argentina?

JH: Es normal que las relaciones entre Paraguay y Argentina sean buenas y se mantengan estables. A pesar de tener varios temas en común, no se caracterizan por ser muy estrechas, por lo que pueden entenderse como vecinos cordiales pero no demasiado cercanos. No obstante, podemos prever algunos temas relevantes que actualmente están produciendo tensiones, como es el caso de la hidrovía Paraná-Paraguay. La hidrovía es un punto neurálgico para el comercio fluvial y actualmente está en disputa. Por un lado, de la mano de la manifestación de interés por parte de Estados Unidos de participar en el lado paraguayo; y por otro, debido a la decisión de Argentina de establecer el cobro de peajes, lo cual ha generado muchas críticas por parte de los empresarios paraguayos. Probablemente, la cuestión de la hidrovía sea una de las temáticas centrales en el relacionamiento entre Paraguay y Argentina durante este período.

EM: Paraguay se encuentra dentro del grupo de 13 países que mantienen relaciones diplomáticas con Taiwán y no con China. ¿Cómo impacta esto en la relación con la región y con Estados Unidos?

JH: Con respecto a Taiwán, Paraguay forma parte de un grupo cada vez más pequeño, una lista cada vez más reducida de países que reconocen a Taiwán, por sobre a China. Esto ha sido una política histórica que ha mantenido firmemente Paraguay desde finales de la década del cincuenta. En un principio, la relación tenía una cualidad más ideológica, marcada por la Doctrina de Seguridad Nacional del régimen stronista y el apoyo de Chiang Kai-shek en base a una cooperación, más que nada militar y de cooperación técnica, en la lucha antisubversiva. Luego, con la llegada de la democracia a Paraguay, esta cooperación ha ido cambiando en torno a una cooperación financiera y técnica en pequeños proyectos, donaciones a entidades públicas, becas a estudiantes y colaboraciones muy públicas y de alto perfil en Paraguay.

Con este reconocimiento, Paraguay queda en el centro de una disputa geopolítica entre China y Estados Unidos en el marco de un aumento de tensiones en el estrecho de Taiwán. Al ser el único país sudamericano en sostener el reconocimiento, las relaciones con Taiwán se han convertido en un elemento estratégico cada vez más presente en la agenda bilateral de Paraguay con Estados Unidos, reflejado en la propia Estrategia Integrada de País para Paraguay en el 2022 del Departamento de Estado, donde el principal objetivo habla de favorecer el desarrollo de Paraguay con el fin de evitar la incursión de actores extranjeros no liberales como la RPC.

Y a nivel regional, esto también principalmente repercute en el MERCOSUR, ya que el hecho de que Paraguay, siendo uno de los países miembros, reconozca a Taiwán y no a China limita las opciones de relacionamiento económico de bloque con China. Por lo tanto, si hablamos del impacto de este reconocimiento en la región, podemos directamente hablar de estas limitaciones en el MERCOSUR. 

EM: ¿Cómo repercute la elección de Peña y el nuevo gobierno de Paraguay en la región? ¿Se mantendrán las mismas líneas en términos de la integración nacional con el Mercosur o se esperan cambios en la relación con los países de la región?

JH: Y con respecto a integración regional, históricamente Paraguay ha mantenido líneas muy claras en torno a la participación en todos los esquemas multilaterales y regionales, por lo cual no quedan dudas de que Paraguay seguirá participando de todos los espacios de integración, inclusive de la UNASUR, si esta toma nuevamente relevancia de la mano de Lula.

Santiago Peña ha afirmado que Paraguay seguirá manteniendo un objetivo claro a favor de la integración regional, refiriéndose a un enfoque hacia una integración o a un relacionamiento internacional desideologizado. Con ello, buscará la unión del MERCOSUR y se posicionará (siguiendo la línea actual de política exterior) en contra de la flexibilización que propone Uruguay. Más allá de esto, Paraguay posee una economía abierta, entonces continuará apoyando la concreción de tratados de libre comercio, pero desde dentro del bloque. 

Y por último, me parece interesante resaltar la postura que promueve Santiago Peña con respecto a las relaciones internacionales en cuanto a su desideologización y a las relaciones bilaterales. 

Esto viene muy de la mano con su propuesta de restablecer relaciones diplomáticas con Venezuela y restablecer la embajada de Paraguay en Caracas, luego de la ruptura que había generado el gobierno de Abdo Benítez en el 2019. Peña también refuerza la idea de respetar las decisiones que toma cada pueblo. Lo que puede relacionarse con esta búsqueda de un nuevo acercamiento a Venezuela, pero también de sostener las relaciones con Nicaragua, aunque sin dejar de lado la línea en defensa de los DDHH y la democracia. 

Con ello, Peña manifiesta su interés por llevar a cabo una política más pragmática y menos ideológica, tratando de sacar beneficios de estas relaciones bilaterales. Sin embargo, sus afirmaciones sobre el respeto a las decisiones que toma cada pueblo y la defensa de la soberanía también podrían ser un mensaje para Estados Unidos y su rol cada vez más activo en la política interna de Paraguay. Difícilmente sus declaraciones sean fruto del azar y esta línea se irá fortaleciendo durante su gobierno.

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Redacción
Equipo de redacción de Escenario Mundial. Contacto: info@escenariointernacional.com

1 COMENTARIO

  1. “…Con su triunfo lo que vemos es la reafirmación del status quo y de la hegemonía colorada. Y este resultado electoral es una demostración de que la sociedad paraguaya sigue eligiendo mantener esta línea…”. Ese status quo es el que mantiene a Paraguay como un país con una sociedad donde el rico es muy rico y el pobre, bueno, pobre. Una sociedad conservadora. La población parece estar conforme con esa situación, aún cuando la perjudica. Los números macroeconómicos son buenos, pero la distribución de la riqueza es otra cosa. Basta con ver los indicadores sociales, educativos, y otros, para darse cuenta que tener un índice de inflación bajo no produce el derrame sobre el resto de la sociedad.

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