¡Buenos días! ¿Cómo andan? Espero que muy bien. Diversos factores provocaron la demora de esta columna, así que este mes tendremos entrega por duplicado.

¿Cómo estar? Por supuesto, digiriendo el resultado electoral de las PASO, que ha dejado a más de uno boquiabierto y ha despertado la atención de actores internacionales por doquier. Unos comicios verdaderamente singulares si los ponemos en perspectiva histórica desde 1983 hasta la fecha, en el que confluyen una enorme cantidad de variables multicausales y que nos invita a pensar el momento histórico que está atravesando la Argentina. No es el tema de nuestra conversación, pero tampoco está remotamente alejado de la consigna de hoy. 

Para introducirnos, quisiera mencionar lo siguiente. El lema de este año del XVI Congreso Nacional de Ciencia Política fue “La política en tensión: Retos y desafíos de las democracias en un mundo inestable”. Ciertamente, estamos en un periodo histórico lleno de asteriscos a lo largo y a lo ancho del escenario internacional que afecta la comprensión de ciertos acontecimientos de escalada preocupante. 

Golpes de Estado, flujos migratorios, la Inteligencia Artificial, crisis múltiples (climática, energética, alimentaria, institucional) … En fin, condicionantes domésticos de severo impacto internacional que se suceden uno atrás del otro volviendo necesarias las relecturas sobre la dinámica geopolítica. A todo esto, el motivo de la columna de este mes es preguntarse: ¿Dónde está la gobernanza global? ¿Cómo es posible sostener procesos e instituciones multilaterales con tantos fenómenos desafiantes y poco apremiantes para una heterogeneidad de direcciones de los países que forman parte de la comunidad internacional?

Desde la perspectiva de este modesto autor, el sistema multilateral, su arquitectura y su operatividad atravesó un crecimiento exponencial en la segunda mitad del siglo XX, abarcando temas de crítica importancia, como desarrollo económico, la seguridad internacional, la salud mundial, los derechos humanos y las cuestiones ambientales. Es decir, por medio de su expresión en diferentes foros y escenarios menos formales, el multilateralismo evolucionó y fue un componente clave del orden internacional liberal emergente. Orden que promovía fervientemente la previsibilidad, atributo que por estos días no es tan claro.

No obstante, el siglo XXI ha vertido una dosis cada vez más extendida de pesimismo respecto de las instituciones multilaterales. ¿Los causantes? Reproches en torno a su escasa capacidad de traccionar decisiones con impacto igualitario frente a la agudización de diferentes problemáticas contemporáneas, así como tener una naturaleza de fachada y ser el consenso funcional a los más poderosos. 

A la luz de los medios y de la trascendencia están los conflictos, desde Hong Kong hasta Corea, pasando por Medio Oriente hasta la frontera India-China y en algunas zonas de Europa. Todo ello sin que se vislumbren con augurio espacios multilaterales donde allanar soluciones consensuadas. 

Entonces, ¿qué se puede decir sobre el multilateralismo en la modernidad del siglo XXI? Estando con el tema de exploración espacial y potencial detección de vida de origen extraterrestre, podemos parafrasear de la siguiente manera. Pocas dudas caben respecto a que la nave nodriza que encabeza las instituciones multilaterales es la Organización de Naciones Unidas (ONU). Haciendo un recorte espacio temporal hacia el siglo en transcurso, las naves 

Al respecto, se han desparramado percepciones que inclinan la cancha de esta situación crítica hacia la disminución del compromiso internacional y la amenaza de una salida generalizada de las instituciones multilaterales. Sin embargo, la observación tiene más interés si la lupa se posa sobre una lucha contra la naturaleza eminentemente cambiante del sistema internacional, lo que daría la pauta de una mutación del sistema multilateral. Una naturaleza que ha escalado en transformación, complejidad, competencias estratégicas e incertidumbre, lo que lleva paralelamente a procesos de readaptación donde la correlación de fuerzas es el tablero principal.

En todo este marco, la gobernanza global ha ganado en muchos sentidos en complejidad, dinamismo y densidad. Consiste en un sistema de varias capas de regímenes, acuerdos, redes e iniciativas, a menudo en competencia, superpuestos o en conflicto. Y lo más interesante de este punto es considerar que no se trata de una prerrogativa estado – céntrica, sin que incluye a una multiplicidad de actores. Ello dando por sentado un plano asimétrico en cuanto a las negociaciones, pero, a fin de cuenta, inclusivo. Y si algo podemos dejar a entrever de esta dimensión es una mayor receptividad a la informalidad en el intercambio de las partes y la propuesta de iniciativas.

Así las cosas, podemos aludir a que la gobernanza global se enfrenta ante un viraje de la hegemonía liberal occidental y los acuerdos e instituciones intergubernamentales concomitantes establecidos después de la Segunda Guerra Mundial. Ello está dejando margen, pues, a la gestación de un orden multilateral alternativo que obedece a los cambios que está experimentando el orden geopolítico global.

Será, según quien escribe, dos los desafíos para poder repensar la dinámica de las instituciones multilaterales y su sostenibilidad hacia el futuro. Por un lado, asimilar el margen de la capacidad del liderazgo de cualquier institución internacional para fomentar la cooperación más allá de las preferencias inmediatas de uno u otro de los estados miembros más poderosos. Por el otro, prestar especial atención a la legitimidad sobre la que descansa la autoridad de las instituciones internacionales y el impacto en las alianzas y la acción colectiva. La evolución de estos elementos dará forma al futuro del multilateralismo, en un escenario mundial marcado por la preponderancia de la política de poder en términos de seguridad y económicos, el nacionalismo y las guerras comerciales.

Te puede interesar: El rol de India en el Sistema Internacional – 12 Escenarios mayo

Dejá tu comentario