Simon Stiell, Secretario Ejecutivo de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, declaró hace algunas semanas que solo tenemos dos años para evitar una catástrofe climática. Además, focalizó en la importancia del financiamiento y de las acciones concretas por parte de instituciones financieras como el Banco Mundial (BM) y el Fondo Monetario Internacional (FMI) para revertir esta situación. 

A su vez, Stiell hizo hincapié en que a los países endeudados les resulta difícil invertir en energías renovables o resiliencia climática. Esta es una demanda creciente que se materializó durante la COP 28, y es un objetivo específico alcanzar un acuerdo de financiación climática para la COP 29, la conferencia de este año en Bakú, Azerbaiyán.

En esta línea, el grupo de los países más vulnerables al cambio climático,  Vulnerable Twenty, emitió un comunicado en donde informa que en la lucha contra el cambio climático los países vulnerables son los más perjudicados sin ser los principales emisores de gases de efecto invernadero. Además, se destaca que la deuda para estos países es insostenible y que gran parte de sus salidas de dinero van a las instituciones diseñadas para ayudarlos a superar el subdesarrollo. 

Entre el 17 y 19 de abril, durante las reuniones de primavera del BM y el FMI en dónde participaron Simon Stiell y representantes de la COP 29, se volvió a hacer un llamado de mayor financiación climática para los países en desarrollo, quienes se encuentran entre los más vulnerables frente al impacto y las consecuencias del cambio climático. También se apuntó a la necesidad de incluir al sector privado, bancos y firmas de inversores, en futuros acuerdos para ampliar las fuentes de financiación. 

Pero detrás de esta demanda climática hay un objetivo aún más  ambicioso. Un grupo de países liderados por Brasil e India apuntan a reformar la estructura de las instituciones financieras internacionales. Brasil, que ostenta la presidencia del G20, ha puesto el tema de la deuda global sobre la mesa al considerar que los pagos y las condiciones impuestas para acceder al financiamiento postergan el desarrollo de las naciones. 

Con el tema establecido en la agenda, Ajay Banga, presidente del BM, ha implementado algunos cambios en la institución para simplificar el proceso de préstamos. El BM es el mayor financiador de proyectos climáticos en países en desarrollo, y Banga reconoce que estos países no se sienten responsables de la crisis climática, pero por su condición y para superar dicha situación necesitan de financiamiento. 

En las reuniones de primavera, el presidente, quien asumió en junio de 2023, se comprometió a aumentar el financiamiento climático anual en un 10 por ciento, pasando del 35 al 45 por ciento. Además, Banga busca recaudar 100.000 millones de dólares de los países ricos y la industria financiera para destinarlos a la Asociación Internacional de Fomento (IDA por sus siglas en inglés). 

Aunque hay algunos avances, la búsqueda de transformar las instituciones financieras internacionales adaptadas a un nuevo contexto geopolítico y climático, complejo y volátil genera incertidumbre y aplaza las respuestas en el corto plazo que requiere la población global. ¿Están dispuestas estas instituciones a hacer cambios drásticos y reducir la deuda de los países pobres para invertir en políticas de adaptación y mitigación del cambio climático? 

Te puede interesar: La agenda climática de Emmanuel Macron y Lula da Silva

Dejá tu comentario