Este domingo se celebrarán elecciones en Alemania. El motor de Europa vivirá una jornada electoral clave que determinará su futuro sin Merkel como Canciller y marcará el destino de la Unión Europea. La veterana Canciller se retira tras ocupar por 16 años el máximo cargo electo en Alemania como líder del partido de centroderecha CDU. 

Un poco de contexto 

Alemania es el país más dinámico y poblado de Europa. Es la cuarta nación más poderosa del globo en términos de PIB nominal. En términos electorales, más de 60,4 millones de ciudadanos están en condiciones de votar. 
En cuanto a la pandemia de COVID-19, la nación fue afectada comparativamente menos que la mayoría de Europa por la pandemia de COVID, con 1123 fallecidos por millón de habitantes. De todas formas, sufrió intensamente con un elevado número de contagios y fallecidos, y una aguda caída de la economía en 2020. 

¿Cómo funciona su sistema político?

Alemania se rige por un sistema parlamentario: el Congreso es la fuente de poder político. Los miembros del Parlamento son electos por el pueblo. El Presidente es apenas una figura ceremonial y de unión nacional.

Es el Canciller (Primer Ministro) quien posee el mayor poder. Es electo por mayoría absoluta de los miembros del Bundestag (Parlamento). Los ciudadanos no eligen al canciller, sino a los diputados que luego elegirán al Canciller. Sin embargo, cada partido antes de las elecciones anuncia qué candidato a diputado será propuesto como Canciller si dicho partido resulta ser el más votado.

Los alemanes poseen doble voto: un voto es emitido para una circunscripción local donde sólo el candidato más votado ingresará al Bundestag (sistema análogo al inglés). El otro voto es proporcional, y es emitido a una lista partidaria a nivel estatal y nacional. La mitad de los diputados se elige por cada método. 

Además, para evitar la sobrerrepresentación, si un partido gana más diputados en un estado por ganar muchas circunscripciones locales pero su voto proporcional en dicho estado es menor, los demás partidos obtienen “escaños de compensación”. Por este motivo, el número de escaños del Bundestag es variable y suele superar los 600.

A nivel nacional, existe un umbral del 5% que impide a los partidos menos votados acceder al Parlamento. Esto evita la atomización y favorece la gobernabilidad. No obstante, los partidos que representan a minorías reconocidas por el Estado alemán son exentos de dicho umbral.

El Canciller no es fácilmente removible, dado que opera una cláusula de voto de censura constructivo: si otra coalición no alcanza previamente una mayoría absoluta alternativa, el Canciller no es depuesto. Esto genera incentivos para mantener al mismo Canciller durante todo el mandato temporal de la Legislatura (4 años).

Aunque complejo, este sistema mixto ha recibido elogios por ser funcional y evitar los males de otros sistemas parlamentarios, ya sea la extrema rigidez ante crisis o la inestabilidad de los gobiernos. Este último problema ha sido evitado por el umbral de 5%, el voto de censura constructivo y una fórmula de conversión a escaños que espeja el voto del pueblo alemán en las urnas. 

Los principales candidatos

Merkel impuso como líder de la CDU tras una encarnizada interna a su delfín Armin Laschet, quien sigue su línea europeísta. Pero dicha designación causó una pérdida de respaldo de los sectores más conservadores. Laschet asimismo es criticado por su falta de oratoria y por varios errores que cometió en la campaña, siendo el más notorio sus risas al visitar a los damnificados por las inundaciones en julio. 

Su principal contrincante es Olaf Scholz, del socialdemócrata SPD. Es un veterano político al que le sobra experiencia pero le falta carisma. Incluso es apodado como “autómata” por responder las preguntas como robot. Sin embargo, logró aprovechar su extrema seriedad y moderación (muy criticada por los izquierdistas de su partido) para ganar apoyos entre los alemanes.

En sus últimas apariciones, directamente se muestra como el sucesor de Merkel, confiado en las encuestas que lo colocan como el favorito para imponerse el domingo. Sin embargo, como es usual en Alemania, deberá buscar amplios consensos con otros partidos para conseguir una mayoría absoluta en el Parlamento que lo consagre como Canciller. 

La candidata del Partido Verde, Annalena Baerbock, fue una estrella al subir en pocas semanas de forma exponencial su intención de voto. Incluso, se posicionó en varios sondeos en el primer lugar por encima de los partidos tradicionales CDU y SPD, lo que la hubiera catapultado como canciller. No obstante su apoyo ha menguado debido a acusaciones de plagio en el libro que publicó e irregularidades en su declaración de ingresos. 

Baerbock ha cuestionado lo que considera como una campaña negativa en su contra, e insiste en que lo importante es su preparación y conocimiento de las políticas públicas. Sin embargo, ha sido criticada por su falta de experiencia en cargos ministeriales. Lo cierto es que pasó de liderar los sondeos a ubicarse en un lejano tercer puesto. 

En tanto la ultraderecha AFD presenta dos candidatos principales: Alice Weidel y Tino Chrupalla. Luego de una sorpresiva elección en 2017 donde AFD quedó tercera con casi 13% de los votos, las encuestas pronostican una performance más modesta este año. De todos modos, con su retórica populista, anti-UE y antiinmigración, mantienen un núcleo duro de apoyo en la ex Alemania Oriental. Los demás partidos han afirmado que no pactarán con AFD para formar mayoría, dada su simpatía con los neonazis. 

El partido liberal FDP posee como opción a su líder Christian Lindner. FDP propone el libre mercado y la desregulación en lo económico y reformas progresistas en lo social, cercano a los libertarios de EEUU. Tras una desastrosa elección en 2017, donde no pudo ingresar al Bundestag por no superar el umbral del 5%, los sondeos afirman que en esta oportunidad harían una buena elección en torno al 11% y pugnan con AFD por el 4º lugar.

La izquierda radical presenta como candidatos a Janine Wissler y Dietmar Bartsch, e incluye a los excomunistas de Alemania del Este. Sus propuestas rondan en torno al control del Estado sobre la economía y la retirada de Alemania de la OTAN. Han mantenido en los últimos sondeos un apoyo cercano al 10%, pero las encuestas pronostican que en este ciclo electoral se ubicarían en el último lugar con un 6% de los votos. 

Qué pasará luego de la elección

Las últimas encuestas muestran una leve recuperación de Laschet como candidato de la CDU, por lo que el final aún parece abierto. De todas formas Scholz como postulante del SPD parece tener las mayores chances de ganar. En cualquier caso se deberá acordar con otros partidos para alcanzar la mayoría absoluta y consagrarse como Canciller.

Matemáticamente varias coaliciones de partidos alcanzarán la mayoría absoluta pero una tiene las mayores chances: la llamada coalición “semáforo” por los colores de los partidos que la formarían: el rojo del SPD, el verde de los ecologistas, y el amarillo de los liberales.

Scholz sería Canciller de esta coalición, si el SPD es el partido más votado el domingo. Con los verdes hay muchas políticas en común, pero con los liberales el acuerdo parece más complicado. De todas formas su líder acordaría si se le ofreciera el Ministerio de Economía, una posición altamente cotizada. 

Si las encuestas se equivocan y Laschet de la CDU es el más votado, la coalición probable será entre la CDU, los liberales y los verdes. Aunque los expertos ven como complejo este acuerdo, dada la dispersión ideológica entre los tres partidos que la formarían. 

Una cosa es segura: el domingo las urnas hablarán y se despejarán las incógnitas sobre el sucesor de Angela Merkel. 

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Brian Zini
Licenciado en Relaciones Internacionales con beca de la Universidad Torcuato di Tella con beca por mérito académico. Voluntario de Asuntos Públicos en CIPPEC.

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