El pasado lunes, Etiopía confirmó que el Frente de Liberación Popular de Tigray (TPLF) se retiró de las regiones vecinas en el norte del país, lo que podría desembocar en un posible alto al fuego al conflicto. 

Se estima que los enfrentamientos entre ambos bandos duraron aproximadamente 13 meses, desestabilizando a la región en general y enviando a más de 60.000 refugiados fuera del país. 

El portavoz del TPLF, Getachew Reda, confirmó a través de Twitter: “Acabamos de completar la retirada de nuestras fuerzas de las regiones de Amhara y Afar”. 

También agregó que el TPLF esperaba que esta retirada llevara a que la comunidad internacional presionara al gobierno de Etiopía a que cesen las operaciones en Tigray. 

Por su parte, el jefe de TPLF, Debretsion Gebremichael, exigió una “zona de exclusión aérea” para aviones hostiles sobre Tigray, embargos de armas en Etiopía y Eritrea, y un mecanismo de Naciones Unidas que verifique la retirada del resto de las fuerzas armadas de Tigray. 

Debretsion afirmó: “Confiamos en que nuestro audaz acto de retirada será una apertura decisiva para la paz”.

Por el contrario, el portavoz del gobierno etíope, Legesse Tulu, y el portavoz del primer ministro, Billene Seyoum, no emitieron comentarios al respecto, aunque se estima que el gobierno se opondrá a las demandas del grupo.

La semana pasada, Naciones Unidas acordó establecer una investigación independiente sobre los abusos de derechos humanos en Etiopía, mientras que otros mediadores internacionales continúan intentando negociar la entrada de ayuda humanitaria al país, ambas medidas negadas por los dos bandos del conflicto. 

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Redacción
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