Por primera vez desde 2015, el presidente ruso Vladimir Putin ha actualizado la Estrategia de Seguridad Nacional (ESN).

El 2 de julio, Putin firmó una Orden Ejecutiva “Sobre la Estrategia de Seguridad Nacional”. En un cúmulo de conceptos y estrategias estatales rusas, la NSS es un documento político clave en el ámbito de la seguridad que, según la ley de planificación estratégica, debe ajustarse al menos una vez cada seis años. Al igual que la Estrategia de Seguridad Nacional de Estados Unidos, se basa en un análisis de las amenazas a la seguridad externa e interna, y enumera los intereses nacionales y las prioridades estratégicas en el ámbito de la política interior y exterior.

El abanico de retos para la estabilidad de Rusia que se aborda en la NSS es amplio, desde la seguridad dura hasta la bioseguridad. Curiosamente, la estrategia anterior preveía la pandemia de COVID-19, o un suceso similar: Entre las amenazas globales señaladas en 2015 estaba la “propagación de epidemias, muchas de ellas causadas por virus nuevos y desconocidos hasta ahora”.

La NSS 2021 refleja el deterioro de las relaciones de Rusia con Occidente, que se menciona en el texto exclusivamente en términos negativos. El documento actual señala el deseo de las potencias occidentales de mantener su hegemonía en la política mundial, erosionar deliberadamente los valores rusos e incluso reconsiderar el papel y el lugar de Rusia en la historia del mundo. 

En este contexto, las relaciones de Moscú con las dos principales potencias asiáticas -China e India- se contemplan más desde posiciones pragmáticas y se designan como una de las prioridades de la política exterior rusa. Al mismo tiempo, los redactores de la NSS no mencionan explícitamente ni a China ni a India cuando hablan de la lucha de Rusia con Occidente por el liderazgo moral y la competencia por la creación de una base ideológica atractiva para el futuro orden mundial. Así, el triángulo RIC (Rusia-India-China) se ve en el Kremlin a través de una lente regional y no global.

Como se destaca en la estrategia, la asociación con Pekín y Nueva Delhi es necesaria para que Moscú cree mecanismos fiables en la región de Asia-Pacífico, para garantizar la estabilidad y la seguridad regionales sobre una base no bloqueada. La ENS 2021 menciona constantemente la región de Asia-Pacífico, lo que sugiere que Rusia, al más alto nivel, rechaza el concepto de Indo-Pacífico -o, más concretamente, su versión centrada en Estados Unidos-.

Dada la naturaleza conservadora de la NSS, hay un cambio que parece innovador. Las relaciones con India y China se combinan en un solo párrafo en la NSS de 2021, mientras que en las versiones de 2009 y 2015 se trataban por separado, con China precediendo a India. Esto sugiere que equilibrar las relaciones con China es cada vez más importante para la élite política rusa.

El intento de evitar la excesiva dependencia de Pekín dicta la forma en que se caracterizan las relaciones con China en la estrategia. Al describir la asociación estratégica China-Rusia, no se menciona una “nueva era” (este término de la jerga diplomática de Xi Jinping se utiliza en los documentos bilaterales desde 2019). La cooperación con China ya no se considera un “factor clave para el mantenimiento de la estabilidad global y regional”, al menos, no se enfatiza públicamente. La supresión de la fórmula del “factor clave”, que figuraba en las dos versiones anteriores de la NSS, tendrá implicaciones políticas, pero por ahora es prematuro medir el alcance de este cambio de narrativa.

La NSS carece de una previsión detallada de la evolución de la seguridad en Asia, pero identifica los principales focos regionales de tensión que podrían repercutir en la seguridad mundial. Por primera vez (además de la Península de Corea), Afganistán aparece en la lista de esas áreas problemáticas, lo que subraya la opinión de Rusia sobre la situación en el país tras la retirada de las tropas estadounidenses. Indirectamente, la estrategia expresa su preocupación por las tensiones entre China e India, sin nombrar a estos países. La NSS afirma que “el riesgo de que los conflictos armados se conviertan en guerras locales y regionales, incluidas las que implican a las potencias nucleares, está aumentando”.

Al igual que en las versiones anteriores, la estrategia no menciona el Mar de China Meridional ni Taiwán, a pesar de que en los últimos años se han producido peligrosos acontecimientos en estas zonas. Rusia subraya sistemáticamente que no es parte en las disputas territoriales del Mar de China Meridional y que no tiene intención de implicarse en ellas. Lo mismo puede aplicarse a un posible conflicto militar en torno a Taiwán, que aparentemente está fuera de los intereses estratégicos rusos, ya que Moscú, al igual que en el caso del Mar de China Meridional, no es una parte interesada real ni potencial. 

Para los países de Asia-Pacífico es importante entender que Rusia no se está deslizando hacia la autarquía, sino que al mismo tiempo está renunciando a las ilusiones de que pueda unirse a uno u otro centro de poder en igualdad de condiciones. Esto significa que en la posible lucha por una nueva bipolaridad en Asia, Rusia no estará del lado de ninguno de los campos rivales.

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Redacción
Equipo de redacción de Escenario Mundial. Contacto: info@escenariointernacional.com

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