En las últimas semanas el Acuerdo Integral de Inversión (CAI por sus siglas en inglés) entre la Unión Europea y China tomó relevancia cuando el Parlamento Europeo decidió “congelarlo” provocando un desencuentro político y diplomático entre el bloque y el gigante asiático. En Escenario Mundial contamos con las palabras de Franco Marinone que gentilmente nos aportó claridad sobre el tema y sobre las percepciones compartidas entre Europa, China y los Estados Unidos.
Franco Marinone es Licenciado en Historia y Máster en Relaciones Internacionales e Integración Europea por la Universidad de Alicante (España), Investigador asociado del CEI de la UCA y columnista del periódico “El Economista”, entre otros.
A continuación la entrevista completa:
Escenario Mundial – En términos generales, ¿por qué es importante hablar del Acuerdo Integral de Inversión (CAI por sus siglas en inglés) entre la Unión Europea y China?
Franco Marinone – La importancia del Acuerdo Integral de Inversión recae en la cuestión geopolítica y económica principalmente. Hay que tener en cuenta que pocos meses antes de la firma del CAI, se acordó el tratado de libre comercio RECEP, el cual consolida la región asiática a nivel comercial. El proyecto está firmado por China, Corea del Sur, Japón, Australia, Nueva Zelanda y los diez países de la principal organización regional del Sudeste Asiático, la ASEAN, y engloba un área con 2200 millones de personas que produce el 30% del PIB y el 27,4 % del comercio mundial. Europa que se encontraba sumergida en la indefinición dentro del juego político internacional, por lo que buscó con el Acuerdo Integral de Inversión dar un giro en su política exterior y acercar sus empresas a este gran mercado asiático.
La cuestión gana importancia cuando entendemos que un giro de Europa hacia Asia significa un progresivo desligamiento de la región frente a los Estados Unidos, país que durante el mandato de Donald Trump, en línea con los ciclos proteccionistas y aislacionistas estadounidenses, había abandonado el Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (TTP), espacio que ahora es cubierto por el tratado euro-chino y el RECEP.
Otro factor de relevancia sería la puesta a prueba del poder de influencia diplomático de la UE, ya que el CAI incluye artículos que obligan a China a ratificar los convenios internacionales de la OIT (Organización Internacional del Trabajo), a comprometerse a una competencia leal con la correspondiente neutralización de las subvenciones a empresas estatales chinas, y a acatar el Acuerdo Climático de París.
EM – ¿Por qué este acuerdo está “congelado” y en qué medida influye la cuestión de los Derechos Humanos en las negociaciones entre el bloque y el gigante asiático?
FM – Si somos realistas, el congelamiento del CAI se debe más a factores de carácter económico-político que a la cuestión del respeto de los Derechos Humanos. El problema principal es que los subsidios que emplean las empresas estatales chinas podrían generar una competencia desleal frente a las compañías europeas, no solo en China, sino en el mismísimo Mercado Común Europeo. En mayo de 2020, la UE lanzó una legislación anti-subsidios que implica que aquellas empresas extranjeras que participen en contrataciones públicas en el mercado europeo deberán pasar el filtro de la Comisión Europea.
el congelamiento del CAI se debe más a factores de carácter económico-político que a la cuestión del respeto de los Derechos Humanos.
Ésta tiene la facultad de prohibir acuerdos, multar u obligar a compañías extranjeras a reintegrar las subvenciones con intereses. Además la UE siempre ha defendido el acuerdo bajo la premisa de que se trata de un paso hacia la autonomía estratégica en materia económica. Sin embargo, este acuerdo podría conducir a lo contrario, ya que se podría generar una excesiva dependencia de artículos claves provenientes de China. Como método de autodefensa, la UE ha propuesto medidas proteccionistas en los sectores de baterías, tecnología, hidrógeno, productos farmacéuticos, y materias primas. En último lugar, es verdad que se ha dado un deterioro de las relaciones diplomáticas entre el bloque europeo y el país asiático debido a las sanciones impuestas a eurodiputados por sus críticas a las políticas de derechos humanos de China y la represión del grupo étnico uigur.
En todo caso, la intención de que se respeten los principios de la OIT (Organización Internacional del Trabajo) o que China se adhiera al Acuerdo Climático de París, viene más por el interés de la UE de reducir las asimetrías económicas entre ambos mercados que por una profunda convicción en estos principios. Prueba de ellos es que la UE nunca tuvo problema en realizar tratos con dictadores como Gadafi, o la dictadura de Arabia Saudita que viola los Derechos Humanos sistemáticamente.
EM – Saliendo del acuerdo y entrando al ámbito de las relaciones bilaterales, ¿de qué manera se vinculan la Unión Europea y China por fuera de lo económico?
FM – Si salimos de lo meramente económico, en el plano diplomático encontramos continuos encontronazos que van desde el embargo de armas a China tras las protestas de Tiananmen, hasta las recientes sanciones por la represión del grupo étnico uigur. Esto no ha impedido que se avance en los últimos 40 años en el ámbito económico, ni que se defendida conjuntamente el libre comercio, el multilateralismo y la globalización.
Si salimos de lo meramente económico, en el plano diplomático encontramos continuos encontronazos que van desde el embargo de armas a China tras las protestas de Tiananmen, hasta las recientes sanciones por la represión del grupo étnico uigur.
Quizás lo más relevante sea la influencia cultural de China sobre Europa, centrada principalmente en los Balcanes, puerta de llegada de la Ruta de la Seda. Allí encontramos una pugna para que los diversos países de la región se integren en uno u otro sistema, siendo la principal herramienta de China la inversión en estos países en centros de educación e investigación. Destacan los “Institutos Confucio” que ofrecen programas culturales y lingüísticos para promocionar el estudio en China y viceversa. Esta influencia cultural, junto a otras inversiones en infraestructura, han posibilitado una mejor imagen de China en los medios de comunicación de los países de la antigua Yugoslavia.
EM – ¿Cómo influye la nueva administración estadounidense de Joe Biden con respecto a la relación entre la Unión Europea y China?
FM – La reciente elección de Joe Biden sin duda ha influido en el congelamiento del tratado. El líder estadounidense busca reestablecer alianzas con las potencias occidentales, en línea con el proyecto globalizador, y frenar la influencia de China sobre diversas regiones. No sabemos hasta qué punto se ha presionado desde EEUU a la UE para que no prospere el tratado, pero las líneas trazadas en la reciente cumbre del G7 nos confirman algunas de sus pretensiones. El proyecto “Build back better for the world” pretende invertir 40 billones de dólares a los países de Latinoamérica, el Caribe, África y el Indo-Pacífico para responder a las necesidades tremendas de infraestructuras en los países de ingresos medios y bajos.
La reciente elección de Joe Biden sin duda ha influido en el congelamiento del tratado. El líder estadounidense busca reestablecer alianzas con las potencias occidentales, en línea con el proyecto globalizador, y frenar la influencia de China sobre diversas regiones.
La propuesta que lleva el sello de Biden, reciclado de su lema de campaña Build Back Better, contrasta con el proyecto “American First” de Trump que suponía, como he mencionado anteriormente, un cierre de Estados Unidos al mundo. No es casualidad que este proyecto nazca en paralelo al plan “One Belt, One Road” liderado por China y que perseguiría objetivos similares. Con este ejemplo pretendo exponer que es posible que el proyecto fracase por un nuevo giro de Europa hacia su tradicional aliado, el cual está más activo que nunca.
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