En un nuevo episodio de tensiones entre Rusia y Ucrania, la ciudad de Jarkov fue el epicentro de un ataque masivo con drones y misiles, dejando al menos tres muertos y 21 heridos. La ofensiva rusa reciente se consolida como uno más de los ataques casi diarios que han intensificado el conflicto en su tercer año de duración.

Los bomberos atajan un incendio tras un ataque ruso que afectó a un edificio residencial en Kharkiv, Ucrania, el sábado 7 de junio de 2025. (AP Photo/Andrii Marienko)

El Ministerio de Defensa ruso declaró que el ataque tenía como objetivo “instalaciones militares ucranianas”, incluyendo depósitos de municiones y talleres de ensamblaje de drones. No obstante, el ataque tuvo consecuencias en la población civil.  El alcalde de Járkov, Ihor Terekhov, calificó la ofensiva como “el ataque más poderoso” contra la ciudad desde el inicio de la guerra, considerando que 18 edificios de apartamentos y 13 casas privadas resultaron dañadas. 

Además de Járkov, otras regiones como Donetsk, Dnipropetrovsk, Odesa y Ternópil fueron blanco de bombardeos rusos. La defensa ucraniana logró derribar al menos 87 drones y siete misiles, y como consecuencia, el ministro de Asuntos Exteriores de Ucrania, Andrii Sybiha, instó a aumentar la presión sobre Moscú y reforzar el apoyo militar a su país.

¿Respuesta rusa frente a la “Operación Telaraña”?

Los recientes ataques de Rusia surgen luego de los múltiples daños y severas pérdidas que sufrió su fuerza de bombarderos estratégicos tras el ataque coordinado de drones ucranianos. Esta operación, altamente exitosa y compleja, llevada adelante por el Servicio de Seguridad de Ucrania en territorio ruso, fue denominada “Operación Telaraña”.

La magnitud de las pérdidas se traduce en una merma significativa para las capacidades ofensivas de Moscú, en particular por el rol que estas aeronaves desempeñan en la proyección de poder y la capacidad de lanzamiento de misiles de crucero contra objetivos estratégicos en Ucrania. Las imágenes de alta resolución difundidas sobre el incidente reflejaban la destrucción de bombarderos Tu-22M3 y Tu-95MS, destruidos o severamente afectados. 

Y si bien las recientes acciones de Ucrania se han catalogado como un intento de salir del desgaste de la guerra convencional, se cree que los ataques desde Rusia son una respuesta concreta y certera hacia Kiev luego de lo acontecido. 

El principal temor de los aliados ucranianos era que Rusia, en respuesta al ataque del pasado domingo, lance nuevas operaciones de este estilo y con mayores consecuencias. Principalmente porque el peligro de propagación puede afectar a los países fronterizos, como Bielorrusia, Polonia, Rumanía, entre otros. Puede que ésta sea, efectivamente, una nueva escalada del conflicto. 

Negociaciones en pausa

La posibilidad de una resolución pacífica parece cada vez más lejana. A pesar de los esfuerzos diplomáticos liderados por Estados Unidos y las rondas de conversaciones entre Rusia y Ucrania, no ha habido avances significativos hacia un acuerdo de paz. 

Desde Ucrania, el presidente Volodímir Zelenski ha propuesto un alto al fuego de 30 días y una reunión junto a su homólogo ruso, Vladímir Putin. No obstante, el Kremlin ha desestimado la oferta.

Mientras tanto, la postura de Washington respecto al conflicto sigue evolucionando. El presidente estadounidense Donald Trump sugirió recientemente que podría ser conveniente permitir que Rusia y Ucrania continúen combatiendo antes de intervenir diplomáticamente, un giro inesperado frente a sus llamados previos a poner fin a la guerra.

En recientes declaraciones, el vicepresidente del Consejo de Seguridad de Rusia, Dmitri Medvédev, que su país participa en las negociaciones con Ucrania no con el objetivo de alcanzar la paz, sino de asegurar una “victoria más rápida”. “Las negociaciones en Estambul no son para una paz de compromiso imaginaria basada en condiciones poco realistas. Son para nuestra victoria más rápida posible y la destrucción completa del régimen neonazi”, subrayó. 

El panorama de la guerra entre Rusia y Ucrania se profundiza, sin perspectivas inmediatas de una desescalada. Cada nuevo ataque refleja, sin dudas, la intensificación de las diferencias entre ambos países y, por ende, obstáculos cada vez más complejos de sortear. 

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Redacción
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