Durante su intervención en la Reunión de Líderes de Múnich en Washington, el vicepresidente estadounidense J.D. Vance declaró que Rusia “pide demasiado” para alcanzar un acuerdo que ponga un alto al fuego y fin a la guerra en Ucrania, donde sus palabras reflejaron un creciente malestar en la administración Trump frente a las condiciones impuestas por Moscú y marcan un posible giro en la retórica hacia una postura más firme frente al Kremlin.

Según el vicepresidente, esa negativa evidencia que el Kremlin pretende evitar que Ucrania se reestructure militarmente en medio del conflicto, pero, aunque Washington aún no amenaza con sanciones, Vance subrayó que la administración está dispuesta a aumentar la presión si Rusia se mantiene inflexible.
Diálogo directo y creciente presión internacional
El vicepresidente aclaró que la prioridad de la Casa Blanca es que ambas partes se sienten a dialogar sin intermediarios: “Nos gustaría que tanto rusos como ucranianos llegaran a un acuerdo sobre algunas directrices básicas para sentarse a dialogar”, expresó, aunque añadió que todavía no es pesimista sobre la posibilidad de una salida diplomática, pero admitió que la distancia entre las posiciones de Kiev y Moscú sigue siendo considerable.
En el foro organizado por la Conferencia de Seguridad de Múnich, Vance adoptó un tono más conciliador respecto de sus anteriores discursos, en particular el que pronunció en febrero en Múnich, donde criticó duramente a los gobiernos europeos por su gestión migratoria, sus restricciones a las libertades civiles y su supuesta desconexión con el electorado.

La audiencia, conformada en buena parte por funcionarios y diplomáticos europeos escépticos del enfoque de Trump hacia Europa, reaccionó con cautela, donde algunos asistentes reconocieron el cambio de tono del vicepresidente, pero señalaron la persistencia de incertidumbres claves sobre el enfoque estadounidense.
Entre las preguntas sin responder, destacaron los límites de las concesiones posibles a Moscú, el rol futuro de Ucrania en la arquitectura de seguridad europea y la garantía de defensa frente a nuevas agresiones rusas, donde se reconoce la controversial postura y alianza intrínseca entre Donald Trump y Vladímir Putin.












