El expresidente de los Estados Unidos, Donald Trump, se posiciona al día de hoy como el precandidato favorito a la nominación republicana a la Casa Blanca, llevándole una ventaja significativa a Joe Biden en casi todas la encuestas, las cuales muestran que existe en casi todos los estados un electorado indeciso sobre las elecciones de noviembre de 2024. Sin embargo, el retorno de Trump a la alta política estadounidense no es visto con buenos ojos para todos, específicamente para sus aliados del viejo continente.
Donald Trump mantuvo una postura firme durante su mandato sobre sus aspiraciones de política exterior, manifestando parcialismos que dejaban con interrogantes a muchos actores. Al mando de la Casa Blanca, Trump expresó cierto escepticismo sobre la organización más significativa para los Estados Unidos en términos de defensa,la OTAN, lo cual plantea incertidumbre sobre el futuro de la alianza estratégica en miras de un posible nuevo mandato suyo.
Pero, ¿el regreso de Trump podría significar la retirada de la alianza estratégica más importante y, por ende, del continente? El sitio web de su campaña contiene una única frase que expresa: “Tenemos que terminar el proceso que comenzamos bajo mi administración de reevaluar fundamentalmente el propósito de la OTAN y la misión de la OTAN”, pero él y su equipo se niegan a dar más detalles y nadie sabe más que eso. Acciones como estas, donde falla la claridad comunicacional, son las que siembran incertidumbre para los aliados europeos y para quienes confían en Estados Unidos como un pilar fundamental en el sistema internacional.
No solo en Europa, sino que desde las esferas internas de Estados Unidos múltiples funcionarios y congresistas han expresado cierto temor sobre el accionar de Trump en una posible segunda presidencia. Para muchos, una retirada real de Estados Unidos de la OTAN sería un enorme fracaso estratégico e histórico por parte de la nación, entre otros graves movimientos que pueden ser materializados en el ajedrez del sistema internacional.