Andréi Klishas y Pável Krashennínikov, dos legisladores del partido Rusia Unida, la formación del Gobierno, presentaron el martes un proyecto de ley para garantizar la inmunidad a los expresidentes rusos de por vida.
Lo más importante: el cambio legal dificultaría enormemente procesar a Putin y a Dmitri Medvédev –en el sillón del Kremlin de 2008 a 2012 y el único otro expresidente vivo– por causas anteriores y posteriores a su etapa de mandatarios y no solo por causas derivadas de sus años en el cargo, como la ley dicta ahora.
La reforma les propone una vía para garantizarse un futuro tranquilo si abandonan la política. Pero otra reforma legal en marcha les ofrece otra opción tras la presidencia: un cargo de senador vitalicio que también acarrearía un sueldo e inmunidad.
La inmunidad solo podrá ser levantada con el acuerdo de una mayoría reforzada en el Senado y una vez que la Duma haya aprobado y presentado el pliego de acusaciones, tras haber consultado con el Tribunal Supremo y el Tribunal Constitucional. En ambas votaciones parlamentarias, se requiere el respaldo de dos tercios de los diputados y senadores.
Estos muchachos sí que saben cómo cubrirse las espaldas.
Igual que aquí en Argentina.