La cumbre de presidentes del Mercosur en Foz do Iguaçu se presenta como un momento clave para el futuro de las relaciones comerciales entre América Latina y la Unión Europea (UE), en medio de un escenario de tensiones políticas y desacuerdos sobre el acuerdo de libre comercio entre ambos bloques. Aunque la firma del tratado estaba prevista inicialmente para el sábado 20 de diciembre de este corriente año, el aplazamiento decidido en la cumbre europea de Bruselas redefinió la agenda regional y dejó a los jefes de Estado sudamericanos con expectativas ajustadas.

En este sentido, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, anunció a sus pares que el acuerdo no se firmará antes de fin de año y que la decisión será trasladada a principios de enero de 2026, una vez que se logren las salvaguardas exigidas por algunos países europeos y se complete la aprobación en el Consejo de la UE y el Parlamento Europeo. Esta postergación responde a la necesidad de endurecer mecanismos de protección para productores agrícolas europeos, que expresaron fuertes preocupaciones sobre la apertura del mercado ante productos sudamericanos como la carne, la soja o el arroz.
Los gobiernos de Francia e Italia se erigieron en voces críticas dentro de la UE, argumentando que la firma inmediata sería “prematura” sin garantías adicionales. El presidente francés, Emmanuel Macron, declaró que Francia no apoyará el acuerdo en su forma actual, mientras que la primera ministra italiana, Giorgia Meloni, solicitó más tiempo para asegurar la aprobación de los sectores afectados, en particular los agricultores. Estas posiciones fueron determinantes para bloquear la ratificación en el Consejo Europeo, ya que la normativa exige apoyos que incluyan al menos 65% de la población de la UE representada por 55% de los Estados miembros.
Desde el Mercosur, el mandatario brasileño Luiz Inácio Lula da Silva canalizó las expectativas de sus pares para mantener el impulso del acuerdo que, de concretarse, daría lugar a una de las mayores zonas de libre comercio del mundo. Lula confirmó que, aunque la firma se pospuso, planteará ante la cumbre regional la necesidad de avanzar con el tratado y alinearse con los plazos propuestos por Bruselas. Esta posición fue respaldada por otros líderes sudamericanos, entre ellos Javier Milei, presidente argentino, quien pese a sus críticas confirmó su asistencia al foro.

La cumbre de presidentes del Mercosur se perfila, por tanto, como un foro donde las prioridades económicas se cruzan con consideraciones políticas internas. Si bien la firma inmediata del tratado quedó postergada, las decisiones que se adopten en Foz do Iguaçu marcan un camino que podría definir la relación comercial interregional para la próxima década y reconfigurar las alianzas estratégicas de Sudamérica con el resto del mundo.
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