Tras la Operación Telaraña, un reciente ataque con drones lanzado por Ucrania contra cinco bases aéreas rusas, informes de inteligencia abierta revelan que Rusia comenzó a reubicar parte de su flota de bombarderos estratégicos Tu-160, conocidos como “Cisnes Blancos”. Las aeronaves, pieza clave del componente aéreo de la disuasión nuclear rusa, han sido trasladadas hacia el Lejano Oriente del país, en un aparente intento por ponerlas fuera del alcance de nuevos ataques ucranianos.

Moscú protege sus activos militares ante la posibilidad de un nuevo ataque con drones

Tras el ataque conocido como Operación Telaraña, que afectó múltiples bases aéreas rusas el 1 de junio, Moscú inició la reubicación de sus bombarderos estratégicos Tu-160 “Cisnes Blancos” hacia zonas más alejadas del frente ucraniano. Según imágenes satelitales difundidas por el proyecto ucraniano AviVector, al menos una de estas aeronaves fue desplazada desde la base de Belaya, en la región de Irkutsk, hasta la remota base aérea de Anadyr, ubicada en el Okrug Autónomo de Chukotka, a más de 6.700 kilómetros de Ucrania y a solo 660 de Alaska.

Imagen satelital de la base rusa Anadyr. Créditos: AviVector, cuenta de x

La maniobra, considerada una respuesta directa al ataque que dañó casi un tercio de la flota de bombarderos estratégicos rusos, refleja un intento de proteger activos clave del componente nuclear ruso ante la amenaza de futuras incursiones ucranianas. En este contexto, el Kremlin prioriza la conservación de su arsenal sobre su despliegue, en un giro defensivo que pone en evidencia el alcance e impacto operativo del ataque ucraniano.

¿Por qué Rusia eligió Anadyr para reubicar sus bombarderos?

La elección de Anadyr, una base construida en la era soviética para operaciones estratégicas en el Ártico, no es casual. Además de su aislamiento geográfico, que la vuelve prácticamente inaccesible por tierra y resistente a sabotajes, su cercanía a territorio estadounidense envía una señal ambivalente: por un lado, garantiza la seguridad de los bombarderos frente a ataques con drones; por otro, recalca que la urgencia por resguardar sus capacidades supera por ahora las consideraciones de disuasión estratégica tradicional.

Bombardero estratégico pesado Tupolev Tu-160 y avión cisterna de reabastecimiento en vuelo Ilyushin Il-78. Créditos: Anton Denisov/Sputnik/AP

La decisión de proteger los Tu-160 responde no solo a su valor estratégico, sino también a su escasez. Considerados los aviones de combate más valiosos de las Fuerzas Armadas rusas, solo 16 unidades de fabricación soviética permanecen en servicio activo. Tras la disolución de la URSS, la producción fue interrumpida, y muchas unidades heredadas por Ucrania fueron desmanteladas bajo presión occidental en los años 90. Aunque Rusia reinició la producción en 2015 y celebró el primer vuelo del renovado Tu-160M en enero de 2022, la flota actual sigue muy por debajo del objetivo oficial de 70 aeronaves.

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Redacción
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