En la madrugada del 6 de junio, Rusia lanzó uno de los mayores ataques aéreos contra Ucrania desde el inicio de la invasión a gran escala en 2022. Más de 400 drones y cerca de 50 misiles impactaron distintas regiones del país, entre ellas Kiev, Ternópil, Lutsk, Leópolis, Jmelnitski y otras ciudades clave. El bombardeo dejó un saldo de al menos cuatro personas muertas y más de 25 heridos, incluyendo miembros del personal de emergencia, y provocó severos daños a infraestructuras energéticas y zonas residenciales.
Según confirmó la Fuerza Aérea de Ucrania, el ataque involucró 407 drones, 38 misiles de crucero y seis misiles balísticos. Los vectores utilizados incluyeron misiles Kh-101 disparados desde bombarderos Tu-95MS en la región rusa de Volgogrado, misiles Kalibr lanzados desde la Flota del Mar Negro, e Iskander-M desde las regiones de Kursk y Vorónezh. La ofensiva fue descrita como un acto de represalia tras la Operación Spiderweb, una audaz ofensiva ucraniana del 1 de junio que, según fuentes oficiales, habría destruido o dañado más de 40 aeronaves rusas.

La capital ucraniana fue una de las principales víctimas. El alcalde de Kiev, Vitali Klitschko, confirmó que se registraron múltiples impactos en barrios como Solomianskyi, Darnytskyi y Holosiivskyi. Una escuela, edificios de departamentos y sectores del metro sufrieron daños. Al menos cuatro personas murieron, entre ellas tres rescatistas del Servicio Estatal de Emergencias, y otras 20 resultaron heridas, 16 de ellas hospitalizadas. El metro quedó interrumpido entre las estaciones Darnytsia y Livoberezhna, y más de 2.000 hogares del este de la ciudad quedaron sin electricidad.
En Lutsk, el alcalde Ihor Polishchuk reportó que 15 drones y cinco misiles impactaron la ciudad, hiriendo a cinco personas y provocando daños en edificios residenciales, vehículos y comercios. La administración militar local calificó el ataque como el mayor sufrido desde 2022.
En Ternópil, las explosiones afectaron instalaciones industriales y de infraestructura, dejando sin electricidad a varios sectores y causando la caída de presión en la red de agua. Seis personas solicitaron atención médica, entre ellas personal de emergencias. El gobernador Viacheslav Nehoda lo describió como “el ataque aéreo más masivo sobre nuestra región”.
En la región de Leópolis, las defensas aéreas interceptaron con éxito los misiles rusos, sin reportarse daños ni víctimas. Lo mismo sucedió en Cherníhiv, donde un dron Shahed explotó cerca de un edificio de departamentos sin causar heridos. En la región de Jmelnitski, misiles rusos provocaron explosiones que dañaron viviendas particulares y vehículos.

El presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, condenó la ofensiva e instó a la comunidad internacional a intensificar la presión sobre el Kremlin: “Si alguien no actúa con decisión y permite que esta guerra se prolongue, se convierte en cómplice”. Dmytro Lubinets, comisionado de derechos humanos de Ucrania, calificó la ofensiva como terrorismo de Estado y pidió una respuesta internacional contundente.
La ofensiva ocurre tras declaraciones del presidente ruso Vladímir Putin, quien había prometido vengarse de la Operación Spiderweb. En una conversación con su par estadounidense Donald Trump, Putin justificó el ataque como una respuesta inevitable. Trump, por su parte, se limitó a señalar que tal vez sea mejor “dejarlos pelear por un tiempo”, sin condenar la agresión rusa.
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