Luego del ataque ucraniano con drones contra bases aéreas rusas el pasado fin de semana, analistas internacionales y de inteligencia consideran que se ha dado por iniciado un nuevo capítulo en el conflicto ruso-ucraniano, dando lugar a una “guerra sucia”. Las operaciones encubiertas, como la “Operación Telaraña”, podrían ampliarse más allá del frente, con asesinatos selectivos, sabotajes o ataques a los países que suministran armas a Ucrania y Rusia, respectivamente.

Créditos: Rina Mussali

Para el teniente general Vasyl Malyuk, jefe del servicio de seguridad ucraniano, el reciente ataque supuso “una seria bofetada en la cara del poder de la Federación Rusa”. Sin embargo, la operación no necesariamente conlleva a que Ucrania marque nuevos avances en el conflicto; los analistas creen que este es sólo el comienzo de un estancamiento más peligroso.

¿Un nuevo impulso para el conflicto? La sombra de la “Operación Telaraña”

Las recientes acciones de Ucrania se han catalogado como un intento de salir del desgaste de la guerra convencional, que supone múltiples pérdidas de vidas y capacidades para ambos países en el frente de batalla. Este nuevo tipo de operaciones encubiertas, que tardan meses en planificarse, posiblemente sean cada vez más cotidianas. 

Las dos agencias de espionaje ucranianas, el SBU y el GUR, llevan más de tres años trabajando para dirigir este tipo de operativos contra Rusia. Usualmente, los objetivos han sido atacar a Moscú en lugares inesperados y de manera rápida. Por ejemplo, el pasado 30 de mayo el GUR lanzó un ataque contra una base del ejército en la bahía de Desantnaya, cerca de Vladivostok, mientras que el SBU utilizó drones navales que obligaron a la Armada de Putin a retirarse en el Mar Negro. 

Un manifestante se sienta en un monumento en Kiev durante los enfrentamientos con la policía antidisturbios en febrero de 2014. Créditos: Louisa Gouliamaki/AFP/Getty

Sin embargo, este tipo de operaciones arriesgadas no se lleva a cabo únicamente en el campo de batalla. Por el contrario, amplía el conflicto hacia otros ámbitos y se extiende hacia dimensiones estratégicas, económicas y políticas, donde la inteligencia juega  un papel crucial en la evolución del conflicto. Puntualmente, porque la batalla directa en el frente ha demostrado ser más costosa que recurrir a estrategias más asimétricas.

El principal temor de los aliados ucranianos es que Rusia, en respuesta al ataque del pasado domingo, lance nuevas operaciones de este estilo y con mayores consecuencias. Principalmente porque el peligro de propagación puede afectar a los países fronterizos, como Bielorrusia, Polonia, Rumanía, entre otros. De hecho, el periodista David Ignatius lo sintetiza con inquietud: “es demasiado fácil imaginar una campaña cada vez más amplia de sabotaje ruso”. 

Estados Unidos, lejos de armonizar las tensiones

Mientras la tensión entre Rusia y Ucrania aumenta, el presidente estadounidense, Donald Trump, ha optado por minimizar el conflicto. Comparó el escenario actual de la guerra con “dos niños pequeños peleándose como locos en un parque” que “a veces es mejor dejarlos pelear un rato y luego separarlos”.

No obstante, más allá de los comentarios públicos, la inacción de la Casa Blanca parece indicar que la intermediación en el conflicto no está siendo una prioridad para Washington. Cabe recordar que Trump, desde que llegó a su cargo, prometió resolver la guerra “en menos de 24 horas”. Sin embargo, hasta ahora, sus intenciones no se han materializado.

En la actualidad, Ucrania depende más que nunca de sus aliados y de sus redes de inteligencia, ya que el reciente episodio no es sólo un golpe táctico contra Rusia, sino también la confirmación de que un cambio en la naturaleza del conflicto es cada vez más probable. Mientras tanto, las negociaciones por un alto el fuego siguen sin avanzar, y la diplomacia parece quedar en pausa. 

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Valentina Borghi Ponti
Licenciada en Gobierno y Relaciones Internacionales (UADE). Docente universitaria, con interés en Defensa, Seguridad Internacional, la geopolítica y los recursos energéticos.

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