La relación entre el presidente Javier Milei y China ha experimentado una notable transformación desde su campaña electoral hasta su gestión actual. Al principio, Milei adoptó una política de “no hacer pactos con comunistas” y en su consecuencia rechazando la entrada de Argentina al bloque económico BRICS.

Durante su campaña, Milei expresó su postura en relación con China, estableciendo que “nosotros no hacemos pactos con comunistas”. Estas declaraciones generaron preocupación en Beijing, quien advirtió que romper relaciones sería un “grave error”. De todos modos, una vez en el gobierno, el presidente mostró un giro de perspectiva en su discurso, calificando a China como un “socio comercial muy interesante” y destacando que “no exige nada, lo único que piden es que no los molesten”.

En noviembre del 2024, el presidente se reunió con el mandatario chino Xi Jinping durante la Cumbre del G20 en Río de Janeiro. Ambos acordaron profundizar la cooperación bilateral en áreas como energía, minería, infraestructura y economía digital.

También se dio lugar a tratar el acuerdo del swap de monedas por 5.000 millones de dólares, que permite a Argentina fortalecer sus reservas en divisas y facilitar el comercio con China. También hay que destacar que China es el segundo socio comercial de Argentina, representando el 8,5% de las exportaciones y el 17,9% de las importaciones del país. Entre los principales productos exportados a China se encuentran la soja, carne bovina y litio, mientras que las importaciones incluyen maquinaria y productos electrónicos.

A pesar de la gran necesidad de financiamiento que necesita el pais, se puede cuestionar varios puntos de este vínculo Argentina-China en este momento. Uno es la gran incoherencia Además, Argentina depende cada vez más del swap de monedas con el Banco Popular de China, lo que refuerza su vulnerabilidad financiera y podría limitar su autonomía en política monetaria. Algunos expertos temen que estos acuerdos profundicen una relación asimétrica que favorece a China como acreedor, en lugar de fortalecer a la Argentina como socio igualitario.

Por otro lado, el vínculo comercial es marcadamente desequilibrado: Argentina exporta principalmente materias primas (soja, carne, litio), mientras que China exporta productos industriales de alto valor agregado, lo que perpetúa una relación desigual y de baja diversificación productiva.

Finalmente, la relación con China podría generar fricciones diplomáticas con Estados Unidos y la Unión Europea, complicando el equilibrio geopolítico que Milei busca mantener en un contexto de tensiones globales.

Según los principios de las RR.II se está tratando de explicar el juego de poder y la diplomacia económica que lleva a Milei a priorizar intereses económicos por sobre las diferencias ideológicas.

Si bien la retórica anticomunista del mandatario argentino choca con el pragmatismo que lo lleva a negociar con Beijing, el delicado equilibrio entre autonomía y dependencia continúa marcando el rumbo de una relación bilateral que, más allá de las buenas intenciones, no está exenta de riesgos ni de contradicciones.

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Faustino Gamarra
Estudiante de abogacía y periodismo digital. Trabaja en Plastigas en el área de marketing y comunicaciónes. Además, colabora con medios independientes y tiene conocimientos en gestión legislativa.

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