El reciente ataque ucraniano con drones contra aviones estratégicos rusos ha captado la atención del alto mando militar estadounidense. En una señal clara de que el campo de batalla moderno está cambiando de forma vertiginosa, el jefe del Estado Mayor del Ejército de Estados Unidos, general Randy George, afirmó que su fuerza ya está aplicando las lecciones aprendidas de la experiencia ucraniana para acelerar su propia transformación.

Durante una conferencia sobre inteligencia artificial organizada por el Special Competitive Studies Project, George describió el impacto de la ofensiva aérea de Ucrania como un ejemplo contundente de cómo tecnologías de bajo costo pueden modificar radicalmente el equilibrio de poder. El ataque, ejecutado con drones relativamente económicos, logró inutilizar bombarderos estratégicos rusos valorados en millones de dólares, alterando lo que el militar denominó la “curva de costos del combate”.

Crédito de foto: Soldado de Primera Clase del Ejército de los EE. UU. Matthew Wantroba

“Estamos viendo que la tecnología cambia el campo de batalla más rápido de lo que pueden responder los ciclos tradicionales de adquisiciones. No podemos seguir pensando en planes a cinco años cuando las amenazas y capacidades evolucionan cada cinco semanas”, señaló George. “Drones, equipos de comunicaciones, herramientas de guerra electrónica… todo eso está hoy disponible en el mercado civil. Tenemos que ser más ágiles”.

El general hizo referencia al modelo de adquisición tradicional del Pentágono, conocido como Program Objective Memorandum (POM), que organiza el desarrollo de capacidades en ciclos quinquenales. Según explicó, ese enfoque está quedando obsoleto frente a la velocidad con la que se desarrollan las tecnologías actuales. Por eso, el Ejército ha lanzado una estrategia de “transformación en contacto”, que consiste en incorporar rápidamente tecnologías emergentes a sus unidades para que puedan probarlas directamente en maniobras y misiones reales.

Una de estas experiencias se llevó a cabo recientemente en el Joint Readiness Training Center de Fort Johnson, Luisiana, donde una unidad del Ejército operó con cerca de 400 drones. La cifra duplica la marca anterior registrada por una brigada en Europa en enero. El objetivo es claro: adaptarse a un entorno donde “ya no se puede esconder nada”, en palabras del propio George.

Foto del Ejército de los Estados Unidos por el Soldado de Primera Clase Matthew Keegan

El general también advirtió sobre la naturaleza cada vez más transparente del conflicto moderno. “Lo que pasó en Ucrania lo supimos todos en minutos, gracias a las fuentes abiertas. Eso tiene implicancias enormes para nuestras operaciones: ya no hay espacio para el sigilo absoluto”, comentó.

Este giro doctrinario forma parte de la Army Transformation Initiative (ATI), presentada a fines de abril. La propuesta implica reducir estructuras centrales, agilizar decisiones y reorientar el presupuesto hacia capacidades críticas. Según explicó el secretario del Ejército, Dan Driscoll, la ATI contempla una reasignación de 3.000 millones de dólares mediante recortes internos para financiar herramientas tecnológicas clave.

“Nos ofrecimos como el motor de innovación del Departamento de Defensa, pero para eso tuvimos que ganar esa legitimidad con hechos: nos recortamos a nosotros mismos para invertir en lo que importa”, dijo Driscoll. “Queremos tomar lo mejor del sector comercial, probarlo rápidamente y ponerlo en manos de nuestros soldados”.

La experiencia ucraniana funciona así como catalizador para una renovación estructural en las fuerzas estadounidenses. Lo que comenzó como una ofensiva con pequeños drones ahora se convierte en modelo de referencia para la mayor potencia militar del mundo.

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Redacción
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