El gobierno ucraniano aseguró que Rusia no logró llevar a cabo el lanzamiento de un misil balístico intercontinental RS-24 Yars durante la madrugada del 18 al 19 de mayo, pese a que el lanzamiento había sido anticipado por la inteligencia militar de Ucrania como una maniobra de disuasión estratégica frente a Occidente y la Alianza Atlántica. La operación, que pretendía ser una demostración de fuerza en medio de crecientes tensiones geopolíticas, habría fracasado silenciosamente.
Un ensayo fallido que nunca ocurrió
Según informó el medio Defense Express, no se registraron señales públicas ni filmaciones que evidencien el lanzamiento, lo cual resulta inusual tratándose de un misil intercontinental cuyo trayecto sobrevolaría vastas regiones del territorio ruso. El supuesto punto de lanzamiento era la región de Sverdlovsk, cerca del asentamiento de Svobodny, donde opera el 433.º Regimiento de la 42.ª División de la 31.ª Armada de las Fuerzas de Misiles Estratégicos de Rusia.

A diferencia de otros lanzamientos que suelen observarse desde áreas remotas como Kamchatka, este tenía lugar cerca de zonas pobladas, donde un evento de tal magnitud no pasaría desapercibido. “De haberse ejecutado, el vuelo del misil habría sido visible desde Siberia hasta el Extremo Oriente ruso, desde Khanty-Mansiysk hasta Magadán”, afirma Defense Express. Sin embargo, no se divulgó ningún registro visual en redes sociales ni medios locales, lo que alimenta la versión de un intento abortado.
Antecedentes de fallas en el programa estratégico ruso
Este no sería un incidente aislado. En 2023, Rusia ya había fracasado en dos intentos consecutivos de lanzar misiles RS-24 Yars, ambos con desvíos de trayectoria. Y en septiembre de 2024, un misil RS-28 Sarmat —otra pieza clave del arsenal estratégico— explotó dentro de su silo de lanzamiento en el cosmódromo de Plesetsk, en el noroeste ruso.

El misil RS-24 Yars, desarrollado como una evolución del Topol-M, es un sistema móvil de combustible sólido que puede portar entre tres y seis ojivas nucleares independientes, cada una capaz de impactar objetivos diferentes. Con una velocidad estimada de hasta Mach 14 y una carga explosiva que alcanzaría el equivalente a un megatón, se presenta como una de las joyas de la disuasión nuclear rusa. La narrativa oficial suele sostener que el Yars es invulnerable a los sistemas de defensa antimisiles existentes.
Silencio antes de la cumbre
La cancelación no declarada del lanzamiento adquiere una dimensión política significativa, considerando la inminente llamada entre Vladimir Putin y Donald Trump, en la que el Kremlin buscará proyectar poder sin exhibir debilidades operativas. La inteligencia ucraniana no descarta que la postergación responda a una falla técnica durante las etapas preliminares del despegue o una evaluación de último momento que haya detectado riesgos reputacionales en medio de la presión internacional.
El intento de lanzar el Yars formaba parte de una serie de movimientos destinados a reforzar la imagen de una Rusia firme y preparada para el conflicto, en el marco de su agresión continua contra Ucrania y el deterioro progresivo de su posición internacional. Sin embargo, el silencio oficial y la ausencia de evidencias apuntan a un episodio fallido que debilita la narrativa del Kremlin en el plano estratégico.
El Ministerio de Defensa ruso no emitió comunicados sobre el evento, mientras que la inteligencia ucraniana mantiene el seguimiento de las actividades misilísticas rusas como parte de sus evaluaciones de riesgo para el frente interno y la región.
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