El Reino Unido se encuentra reconfigurando su estructura de defensa interna frente a la posibilidad de un ataque directo por parte de Rusia. La revisión, liderada por la Oficina del Gabinete y mantenida bajo estricta confidencialidad, busca actualizar un plan de defensa nacional que no se había modificado sustancialmente en más de dos décadas. El informe, elaborado por la Dirección de Resiliencia, contempla escenarios de guerra total, incluidos ciberataques masivos, misiles hipersónicos y ataques nucleares.
La preocupación de las autoridades británicas no es menor: documentos internos advierten que el país podría ser superado no solo en capacidad militar por Rusia y sus aliados, sino también en preparación civil. Un reciente análisis de riesgo publicado en enero concluyó que un ataque coordinado sobre infraestructura crítica —como terminales de gas, estaciones nucleares, cables submarinos y centros logísticos— podría resultar en numerosas bajas civiles, daños económicos graves y la interrupción de servicios esenciales.

Entre las medidas previstas figuran la relocalización del primer ministro y de miembros clave del gabinete en búnkeres estratégicos, así como el traslado de la familia real a zonas seguras. Este protocolo recuerda al antiguo “War Book”, un dosier de la Guerra Fría que contemplaba la división del país en 12 zonas administrativas bajo control de funcionarios civiles y militares con poderes especiales en caso de conflicto armado.
Además, se contempla la implementación de mensajes de emergencia a través de la BBC y el resguardo de obras de arte nacionales en Escocia. También se han evaluado simulaciones de ataques combinados —cibernéticos y cinéticos— sobre el territorio británico, con el objetivo de calibrar la capacidad de respuesta del país.

En paralelo, el Ministerio de Defensa evalúa la posibilidad de desarrollar una versión británica del sistema antimisiles israelí “Iron Dome”, ante la amenaza que representan los misiles hipersónicos de fabricación rusa, china e iraní. Un alto funcionario de la RAF advirtió que si los primeros ataques rusos contra Ucrania se hubiesen replicado en territorio británico, las defensas del Reino Unido habrían sido superadas con facilidad.
El director general del MI5, Ken McCallum, informó que los ataques cibernéticos de origen estatal se incrementaron un 48 % en el último año, con Rusia como uno de los principales agresores digitales, en paralelo a su guerra en Ucrania.
Este renovado plan de contingencia también incluirá directrices sobre cómo operar un gobierno en tiempos de guerra, desde la continuidad del Poder Judicial hasta el funcionamiento de redes de transporte y telecomunicaciones. Parte de la estrategia implica el almacenamiento de suministros y materiales esenciales en zonas clave, además de la posible militarización del territorio británico ante un escenario de conflicto total.

Las discusiones sobre este cambio estratégico se dan en el marco de la próxima publicación de la Revisión de Defensa Estratégica del gobierno laborista, que evaluará el estado de las Fuerzas Armadas tras décadas de recortes. El primer ministro Keir Starmer se comprometió a aumentar el gasto en defensa al 2,5 % del PBI para 2027, aunque aún no se han definido las asignaciones específicas.
Pese a los esfuerzos diplomáticos internacionales, incluyendo las iniciativas de paz impulsadas por el presidente estadounidense Donald Trump, Londres ha designado oficialmente a Rusia como amenaza a la seguridad nacional por primera vez en su historia reciente. Este gesto subraya la seriedad con la que el gobierno británico se prepara para un escenario que ya no se considera hipotético.
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