Un funcionario del Departamento de Estado de Estados Unidos visitó Buenos Aires para mantener reuniones confidenciales con el Gobierno y empresarios locales, con el objetivo de avanzar en una agenda bilateral sobre aranceles recíprocos del 10% que hoy afectan a las exportaciones argentinas, en donde Washington exige reformas estructurales y un distanciamiento de China como condiciones sine qua non para que llegar a un acuerdo comercial.

El funcionario norteamericano evaluó, entre otros factores, los avances de la Argentina en el cumplimiento de los requerimientos del informe USTR (Oficina del Representante de Comercio de EE. UU.) como condición para revisar los gravámenes actuales y así establecer un mejor trato en materia comercial.
Acuerdo parcial con respaldo del Mercosur
Según trascendió, el esquema discutido incluye excepciones arancelarias recíprocas para al menos 50 productos, lo que implicaría un arancel cero de ingreso tanto para exportaciones argentinas a EE. UU. como para importaciones estadounidenses al país.

Este aval regional, que se caracteriza por no ser común, le permitirá al Gobierno de Javier Milei negociar nuevas reducciones arancelarias con Washington, más allá del margen unilateral que ya venía utilizando, donde la Cancillería estima que los 50 productos negociados podrían abarcar hasta el 80% de las exportaciones argentinas al mercado estadounidense, con un valor cercano a los US$ 5.000 millones anuales.
Reformas exigidas por Washington
A pesar de la pausa de 90 días dispuesta por Trump para todos los países, excepto China, el piso del 10% sigue aplicándose, por ejemplo, en el caso de productos alimenticios, los costos se duplicaron; en vegetales y químicos, se multiplicaron por diez.
Durante su paso por Buenos Aires, Garverick insistió en la necesidad de revisar 16 puntos clave del régimen comercial argentino, que incluyen la eliminación de barreras no arancelarias, acceso al mercado cambiario, licencias de importación, transparencia aduanera, protección de propiedad intelectual y apertura a sectores como ganadería y tecnologías.

Básicamente, el funcionario estadounidense pidió que derrumba el muro que está impuesto en la Aduana y permita que la Argentina funcione como un país normal, adecuado a las prácticas, usos y costumbres del comercio internacional, una medida razonable pero aún resistida por gran parte del prebendarismo nacional y la casta política.
Según declaró el propio Milei, Argentina ya cumplió 9 de esos 16 requerimientos, y continúa trabajando sobre los puntos restantes con la idea es encuadrar estas modificaciones dentro de un acuerdo comercial más amplio, distinto del Tratado de Libre Comercio que en su momento propuso el Presidente.
Estados Unidos suma presión con China en la mira
Además de los avances técnicos, la dimensión geopolítica de la negociación fue central, donde Garverick también evaluó el estado de las relaciones de Argentina con China, principal rival estratégico de Estados Unidos y, por otro lado, principal socio comercial extrarregional argentino.
En ese marco, el secretario del Tesoro estadounidense, Scott Bessent, recomendó semanas atrás cancelar el swap con Pekín, lo que generó tensiones con el gigante asiático, debido fundamentalmente a la inexistencia de alguna oferta alternativa en términos financieros por parte de los Estados Unidos que logre suplir los US$ 5.000 millones del swap.

Mientras tanto, el Gobierno argentino aceleró medidas orientadas a responder a las demandas estadounidenses: eliminación de retenciones a la industria, reducción de aranceles a la importación, reglamentación de controles antidumping y más flexibilidad para acceder al mercado de cambios, con el afán de apuntar a consolidar un esquema comercial bilateral más fluido, que, aunque todavía incierto, es imperiosamente necesario para lubricar aquellos mecanismos de libertad económica que la política argentina ha dejado oxidar durante más de 30 años.
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