A días de su fallecimiento, el Papa Francisco es recordado por su participación activa en materia de política exterior, posicionando al Vaticano como referente en la comunidad internacional. Como líder de la Iglesia Católica, Francisco se hizo eco de innumerables conflictos y disputas, abogando por la resolución pacífica y protección de las comunidades más vulnerables. Fiel a su estilo, supo combinar los valores más fundamentales de la Iglesia con una crítica asertiva a la injusticia y el abuso de poder a nivel global.
Francisco: el primer Papa latinoamericano
Argentina fue portada de todos los medios internacionales el 13 de marzo de 2013, cuando se reveló que el próximo sumo pontífice sería Jorge Bergoglio. El sello personal del entonces arzobispo, su cercanía con la comunidad y pensamiento aperturista, fue el elemento definitorio para su mandato como líder de la Iglesia Católica. El impacto de las prédicas de Francisco fue aún más notorias tras el paso de Benedicto XVI por el Vaticano, un pontífice que llevó adelante un papado de tinte conservador.
Si bien Francisco no llegó a visitar Argentina una vez elegido Papa, no fue ajeno a los sucesos en el continente americano. El pontífice fue especialmente puntilloso con asuntos vinculados a la inmigración, expresándose con dureza contra medidas restrictivas. La misa masiva en Ciudad Juárez, México, en febrero 2016 fue un ícono de la lucha de Francisco contra, en sus palabras, la “tragedia humana de la migración forzada”. El entonces Papa abogó en otras oportunidades por los migrantes en diversas partes del mundo, haciendo énfasis en hacer que las voces de los migrantes, y los flagelos por lo que transitan en su recorrido, sean escuchadas y comprendidas.

Su primer viaje internacional como Papa fue a Brasil, en julio de 2013. En su visita, recordó la masacre de la Candelaria de 1993, donde niños y adolescentes durmiendo frente a una iglesia fueron brutalmente asesinados como parte de un episodio de violencia policial. En la misma línea, también manifestó preocupación por la escalada de violencia en México en 2019. “El diablo le tiene bronca a México”, declaró en una oportunidad. Francisco mostró un apoyo constante en los procesos de paz de Colombia, y no dudó en pedir disculpas de manera pública con motivos de abusos perpetrados por sacerdotes en Chile.
Francisco tuvo la posibilidad de visitar Perú en 2018, año en el cual se entrevistó con líderes de pueblos indígenas, reconociéndolos como “los más vulnerables entre los vulnerables”. En el ámbito de los derechos humanos, marcó un antes y después en la proyección de la Iglesia Católica, al afirmar que “ser homosexual no es un delito, es una condición humana”. A diferencia de otros países latinoamericanos, la relación con Nicaragua fue tensa y conflictiva. Las abiertas críticas de Francisco a la dictadura de Ortega, culminaron con el rompimiento de relaciones diplomáticas con el Vaticano, y la persecución política de sacerdotes y monjas.
Un hombre de palabra
Durante su papado, Francisco visitó 10 países de África, consolidando el vínculo del Vaticano con los católicos en dicho continente. Los países elegidos, usualmente Estados en guerra o con conflictos civiles, fueron escenario de misas masivas en barrios carenciados y encuentros con líderes políticos. En un gesto de humildad sin precedentes, Francisco besó los pies de uno de los líderes de Sudán del Sur, con el fin de interceder en nombre de la Iglesia Católica para contener la violencia del conflicto.

El rol de la Iglesia como promotora de misiones de paz fue muy importante para el Papa, quien abogó por la reconciliación entre facciones en disputa en múltiples países del continente africano. No obstante, la autorización de Francisco para otorgar la bendición a parejas del mismo sexo, en diciembre 2023, generó fricciones con algunas asociaciones de obispos africanos. El Papa había dispuesto que tales bendiciones podrían realizarse siempre y cuando no formaran parte de los rituales habituales de la Iglesia, ni se llevaran a cabo simultáneamente con otras uniones civiles.
El Papa también llevó adelante visitas a países asiáticos, reforzando los vínculos del Vaticano con Estados del mundo musulmán. En septiembre de 2024, pudo cumplir con uno de los itinerarios más osados de su papado, viajando a Indonesia, Papúa Nueva Guinea, Timor-Leste, y Singapur a sus 87 años. La convivencia de las diferentes religiones en un mundo polarizado, comunidades indígenas, y desafíos sociales y ambientales fueron algunos de los temas que se abordaron en la agenda del viaje apostólico en cuestión.
Una característica esencial de Francisco como actor del sistema internacional fue su “diplomacia del encuentro”: un estilo de diplomacia que pone el foco en el diálogo personal, la construcción de la confianza y el respeto por las distintas perspectivas. El Papa mantuvo un compromiso directo con personas y líderes de diferentes orígenes, culturas y credos, en lugar de depender únicamente de los canales diplomáticos tradicionales.
“La vida humana tiene valor por lo que es, no por lo que posee”
Una región devastada por el conflicto, Medio Oriente también fue parte de los esfuerzos del Papa por erigirse como mediador y pacificador. Por citar un ejemplo, el sumo pontífice llamó todos los días desde el inicio del conflicto en Gaza a miembros de la comunidad cristiana en el territorio palestino. Anteriormente, en 2021, el Papa Francisco visitó Irak, incluyendo zonas devastadas por el Estado Islámico como Mosul, para compartir el duelo con los iraquíes y con todas las comunidades cristianas y de Oriente Medio. Durante un discurso en Ur, Francisco expresó: “nos corresponde a nosotros recordar al mundo que la vida humana tiene valor por lo que es y no por lo que posee”.
Por su parte, la posición de Francisco con respecto a la guerra de Ucrania tampoco estuvo exenta de críticas, en especial por parte de ciertos funcionarios del gobierno de Kiev. Algunos de ellos, como el exministro de relaciones exteriores, Dmytro Kuleba, insistieron en que el Papa debería “evitar cometer errores del pasado”, haciendo alusión a las acusaciones de inacción a la Iglesia Católica con respecto a los nazis. Algunos analistas ucranianos señalan, incluso, que el Papa “ha estado más preocupado por Rusia que por Ucrania”.
El Papa fue constante con su promoción de la defensa del medio ambiente, un tema ignorado por numerosos líderes del mundo de hoy. Laudato si’, encíclica del Papa de 2015, es uno de sus grandes aportes a esta temática. Una vez expedida esta encíclica, el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, elogió el documento por su “voz moral”, mientras que el novelista indio Pankaj Mishra lo calificó como “probablemente la crítica intelectual más importante de nuestro tiempo”. En el documento, Francisco hábilmente resalta los vínculos entre el calentamiento global, la pobreza y la agitación social.

El legado del Papa Francisco en la política internacional trasciende las fronteras del Vaticano e introduce un innovador papel de la Iglesia en el siglo XXI. Con un enfoque valiente y humanista, Francisco demostró que la fe y la diplomacia pueden caminar juntas para construir puentes en un mundo fragmentado. Su papado deja una huella imborrable: un llamado a la dignidad humana, a la protección de los más vulnerables y al diálogo como herramienta indispensable para la construcción de la paz global. En tiempos de crisis, su mensaje sigue vigente: no es sino con empatía, compromiso y respeto por la vida que los grandes decisores globales podrán aspirar a un futuro en donde la coexistencia pacífica entre distintas religiones, culturas, e ideologías convivan sea la regla, y no la excepción.
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