El frente de batalla en la región rusa de Kursk, donde las fuerzas ucranianas han mantenido operaciones durante los últimos siete meses, se encuentra al borde del colapso. Según información reciente, el avance de las tropas rusas ha logrado perforar varias líneas defensivas ucranianas cerca de la ciudad de Sudzha, poniendo en jaque la continuidad de la incursión ucraniana en territorio enemigo.
Un repliegue inminente
Desde el inicio de la incursión en Kursk, el 19 de agosto del año pasado, Ucrania logró tomar por sorpresa a las fuerzas rusas, avanzando rápidamente y asegurando un sector considerable del territorio. Sin embargo, la respuesta de Moscú no tardó en llegar. En los últimos días, un aumento significativo en la ofensiva rusa, con un uso masivo de drones, misiles, artillería y bombas planeadoras, ha comprometido seriamente la capacidad de las tropas ucranianas para sostener la posición.

Fuentes militares en el frente expusieron a diversos medios ucranianos que la situación es crítica. “Podemos confirmar que aumentó la cantidad de ataques con bombas planeadoras, Shaheds y drones de visión en primera persona”, declaró el capitán Alexander Kabanov, subcomandante del batallón de guerra electrónica de la 15ª Brigada de Reconocimiento de Artillería. La intensidad de los ataques rusos ha sobrepasado las capacidades defensivas ucranianas, debilitadas también por la falta de inteligencia estadounidense, una herramienta clave para anticipar los movimientos enemigos.
Un oficial ucraniano en Kursk, que pidió anonimato, explicó que en los últimos días “entre ocho y diez tanques rusos irrumpieron en dos o tres posiciones defensivas”, logrando infiltrarse en una zona sin refuerzos, lo que permitió una incursión rápida y bien cubierta por artillería y drones. La pérdida de estas posiciones estratégicas podría obligar a Ucrania a abandonar completamente la región en un plazo de dos semanas, según algunas estimaciones de soldados en el terreno.
La ofensiva rusa gana impulso
El ataque del viernes no fue un hecho aislado. Esa misma noche, las fuerzas rusas lanzaron 194 drones y 67 misiles sobre Ucrania, en uno de los bombardeos más intensos de los últimos meses. Según datos del Instituto para el Estudio de la Guerra (ISW), con sede en Washington, se trata del segundo mayor ataque con drones desde el inicio de la guerra, solo superado por el del 23 de febrero, cuando Rusia desplegó 267 vehículos aéreos no tripulados contra territorio ucraniano.

Desde Kiev, se reconoce que la situación en Kursk es cada vez más insostenible. Enfrentados a un enemigo que ha desplegado fuerzas significativas y con la intensidad de los combates en aumento, la posibilidad de mantener la posición es cada vez más remota.
A pesar del desgaste y las bajas sufridas, fuentes militares ucranianas destacan que la operación en Kursk tuvo ciertos efectos estratégicos. En sus primeras etapas, permitió distraer y ralentizar a las fuerzas rusas en otros frentes más relevantes, logrando forzar al Kremlin a redistribuir tropas y recursos. Sin embargo, la contraofensiva rusa ha demostrado que el costo de mantener el control de la región es demasiado alto.
Factores políticos y consecuencias estratégicas
Más allá de la situación en el campo de batalla, la política también juega un papel determinante en la evolución del conflicto. La retirada de Ucrania de Kursk sería un golpe simbólico y estratégico, aunque algunos expertos sostienen que la operación cumplió su función principal al obligar a Rusia a destinar esfuerzos adicionales a un frente secundario.
El presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, ha insinuado en el pasado que el control de una porción de territorio ruso podría servir como moneda de cambio en futuras negociaciones de paz con Moscú. Sin embargo, el propio Vladímir Putin ha descartado cualquier tipo de concesión territorial, reafirmando su postura de que Rusia no cederá ninguna parte de su territorio en un eventual acuerdo.

A esto se suma la incertidumbre en torno a la política estadounidense. La reciente decisión de la administración Trump de suspender temporalmente el envío de ayuda militar y el intercambio de inteligencia ha complicado aún más el panorama para Ucrania. Sin este respaldo, Kiev enfrenta dificultades crecientes para sostener sus posiciones en los frentes de batalla más activos.
Mientras tanto, la guerra continúa en otras regiones. El ISW reportó que las fuerzas ucranianas han logrado avances en la dirección de Pokrovsk, en el sureste del país, donde se disputan posiciones clave para la estabilidad de la defensa ucraniana en esa zona.
¿Qué sigue en Kursk?
A medida que la presión rusa aumenta y la capacidad de resistencia ucraniana se debilita, la probabilidad de que Kiev se retire de Kursk en las próximas semanas es alta. De concretarse, marcaría un punto de inflexión en la guerra, con implicaciones tanto militares como políticas.
Para Ucrania, la decisión de continuar luchando o retirarse dependerá de múltiples factores: la capacidad de reabastecimiento, la ayuda internacional y la presión política interna. Para Rusia, la toma total de la región representaría una victoria significativa en el campo de batalla, pero aún queda por ver si esto se traducirá en un cambio real en el equilibrio estratégico de la guerra.
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