El director general del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), Mariano Grossi, anunció que viajará a Irán en los próximos días para mantener conversaciones de alto nivel con el gobierno iraní. La visita se da en un contexto complejo y de alta tensión en Medio Oriente, exacerbado por la reciente escalada de violencia entre Israel y Hamás, además de las crecientes incertidumbres geopolíticas. Las negociaciones buscarán avanzar en la implementación de la declaración conjunta firmada con Irán en marzo de 2023, centrada en la cooperación y la supervisión internacional sobre el programa nuclear de Teherán.
La declaración de 2023 comprometió a Irán a abordar los cuestionamientos del OIEA respecto a presuntos sitios nucleares no declarados, así como a permitir la realización de “actividades de verificación y vigilancia adecuadas”. En esta nueva visita, Grossi tiene previsto abordar detalles técnicos que permitan la expansión y mejora de las inspecciones en las instalaciones nucleares iraníes, en un intento por asegurar mayor transparencia sobre el desarrollo del programa atómico.
Las conversaciones en Teherán representan la continuidad de las reuniones que Grossi mantuvo con el canciller iraní Abbas Araghchi durante la Asamblea General de la ONU en septiembre. “Es fundamental lograr avances sustanciales en la aplicación de la declaración conjunta”, señaló Grossi. “Mi visita a Teherán será crucial en este sentido”.
El avance nuclear iraní y su contexto internacional
El contexto en torno al programa nuclear iraní ha generado preocupación internacional, especialmente debido al rápido avance de las reservas de uranio enriquecido del país. Según informes recientes del OIEA, Teherán ha acumulado suficiente material enriquecido para, en teoría, fabricar múltiples armas nucleares si así lo decidiera, una situación que desestabiliza aún más la región. Grossi también ha advertido sobre la imposibilidad del organismo de verificar con certeza si algunas centrifugadoras iraníes han sido utilizadas de manera clandestina.
El panorama es aún más complicado si se tiene en cuenta la erosión del histórico acuerdo nuclear de 2015. Este pacto, que establecía límites al programa nuclear iraní a cambio del levantamiento de sanciones, se debilitó significativamente tras la decisión de Estados Unidos de retirarse del mismo en 2018 bajo la administración de Donald Trump. Esto llevó a Irán a abandonar progresivamente sus compromisos, alcanzando niveles de enriquecimiento de uranio del 60%, apenas un paso técnico por debajo del 90% necesario para armamento nuclear.
Según el OIEA, alcanzar el umbral crítico de 42 kilogramos de uranio enriquecido al 60% representa un riesgo potencial de desarrollo de armamento atómico, una situación que preocupa a las potencias occidentales. Mientras el nuevo panorama político estadounidense con Donald Trump se perfila en el horizonte, las posturas dentro de Irán se encuentran divididas. Algunos sectores temen una escalada bélica total con Washington, mientras que otros albergan la esperanza de una nueva dinámica diplomática, como la que el exmandatario impulsó en el pasado con Corea del Norte.
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