Tras el terrorífico atentado del pasado 22 de marzo, la población de Moscú sigue aterrorizada y las secuelas del terror se mantienen latentes en la población. Se trató del atentado más sangriento en las últimas décadas del país, cuando un grupo de personas abrió fuego contra civiles y detonaran explosivos en el Crocus City Hall.
Según los testimonios, se trató de una de las peores noches de su vida donde, con el pasar de los días, se mantiene al día de hoy un “ambiente de depresión general”. “Todo el mundo siente miedo… o ni siquiera miedo, sólo insensibilidad. Se han incrementado los controles de seguridad y mucha gente se está marchando de la ciudad”, afirman ciudadanos rusos. Asimismo, continúan pasando personas por el lugar del hecho para dejar flores, peluches y encender velas en memoria de los fallecidos.
El ataque terrorista fue reivindicado oficialmente por la rama afgana del ISIL, también conocida como Estado Islámico, por lo que se ha detenido a cuatro sospechosos ciudadanos de Tayikistán. Cabe destacar que anteriormente y también en marzo, otra célula de la organización planeaba atentar contra una sinagoga. Sin embargo, Rusia mantiene sospechas todavía sobre los culpables.
En un discurso el domingo pasado, día de luto oficial, el presidente Vladimir Putin condenó el “sangriento y bárbaro acto terrorista” y afirmó que los autores y organizadores del crimen serán “justa e inevitablemente castigados”. “Repito, identificaremos y castigaremos a todos los que están detrás de los terroristas, que prepararon esta atrocidad, este golpe contra Rusia, contra nuestro pueblo”.