Tal como fuimos testigos la semana pasada, la propaganda en el terrorismo está cobrando una importancia determinante en la era que estamos viviendo, la cual se encuentra fuertemente marcada por el constante avance de la tecnología y el crecimiento en el uso de redes sociales.

Pocas semanas después del atentado terrorista ocurrido en Moscú, que dejó un saldo de más de 140 muertos y cientos de heridos, las redes sociales se llenaron de circulares en vísperas de la instancia de cuartos de final de la famosa competencia de futbol europeo denominada Champions League, en donde –de fondo- aparecían imágenes de los distintos estadios donde se diputaron aquellos partidos y en primera plana un terrorista yihadista con un fusil AK-47 en sus manos. El lema que rezaba dicha cartelera era –nada más ni nada menos que- “Matarlos a todos”. Días atrás, habían realizado algo similar al difundir una imagen del estadio del Allianz Arena de Alemania, en donde la multitud reunida en las cercanías del mismo, se encontraba bajo la mira telescópica de un rifle. 

La comunicación en el Terrorismo

Obviamente, como era de esperarse, la comunicación en el terrorismo no es en vano, sino que está apuntada a ciertos objetivos en concreto, los cuales buscaremos analizar brevemente en los siguientes párrafos. 

Las situaciones, como la mencionada en el párrafo anterior -pese a toda creencia- no son un fenómeno nuevo. Contra todo pronóstico, el terrorismo se encuentra, desde hace años, relacionado a la comunicación, a la propaganda y –en estos últimos años- a las redes sociales como principal medio de comunicación para llevar a cabo la difusión de la ideología yihadista y, sobre todo, para aterrorizar al público internacional morbosamente propenso a consumir el violento material difundido por los grupos terroristas. 

Y fue así que, en 2004, tuvo lugar una de las primeras decapitaciones transmitidas en vivo y en directo, por parte de Abu Musab al Zarqawi, líder de la organización terrorista que más tarde pasaría a conocerse como la rama de Al Qaeda en Iraq. En dicho caso, la víctima fue el empresario oriundo de los Estados Unidos, Nicholas Berg, quien en el video publicado se encontraba vestido de naranja en alusión al uniforme utilizado por los presos de Guantánamo –la mayoría de ellos, condenados por terrorismo-. A partir de allí, las imágenes de las decapitaciones al aire continuaron apareciendo con total normalidad, llegando a contabilizarse diez decapitaciones en el transcurso del año 2004.

El tiempo transcurrió y, diez años después de aquel episodio, el autodenominado “Estado Islámico” –mundialmente conocido como ISIS– volvería a utilizar la misma metodología, a la que le agregaría imágenes en alta definición, una escenografía digna de una película y, sobre todo, más difusión, más alcance. 

¿Cuál es el mensaje que las organizaciones terroristas pretenden difundir?

Cómo toda cuestión relacionada a la comunicación, bien se sabe que la ecuación básica requiere la presencia de tres elementos: por un lado, un emisor; un mensaje a transmitir y finalmente, un receptor a la cual está destinada esta la información que debe decodificarse. 

Tal como mencionamos previamente, la propaganda y el uso de las redes sociales en manos de los grupos terroristas cuenta, como uno de sus principales objetivos, el de difundir la ideología yihadista, la cual se encuentra basada en el odio a la cultura occidental, el antisemitismo y – en la mayoría de los casos- el deseo de la creación un “Califato” mundial. Además de esto, otros de los grandes propósitos de la difusión y propagación de aquellas imágenes – y ni que hablar de los salvajes videos-, es el de aterrorizar a la población generando un efecto de impotencia en la sociedad, que nada puede hacer –al menos directamente- contra esta barbarie terrorista. Por el contario, sí produce una alerta que enciende las alarmas de los distintos gobiernos a fin de reforzar las medidas de seguridad ya sea en aeropuertos, estadios o cualquier tipo de lugar o evento que reúna a cientos de personas. 

Además de los propósitos explicados anteriormente, uno de los principales objetivos de la difusión de mensajes de tipo amenazantes y violentos es el de impulsar a los -erróneamente denominados- “lobos solitarios” a que lleven a cabo atentados alrededor del mundo y se sumen a la “yihad mundial” pretendida y aclamada por las organizaciones yihadistas en su conjunto. Cabe destacar que los mal llamados “lobos solitarios” son considerados aquellos individuos que pasan a la acción sin ningún tipo de ayuda directa u orden encomendada, sino solamente en nombre de un determinado grupo o movimiento terrorista.

Por último, y no en menor medida, los mensajes además de ciertos canales de comunicación utilizados por los terroristas yihadistas también suelen servir como método para la radicalización y captación de aquellos “curiosos” dispuestos a marcharse de sus países de origen, dejando atrás a su familia, amigos y la vida que éstos conocen para sumarse a las filas de alguna organización terrorista y reemplazar así su vida a cambio de una “causa” que –en miles de casos- les es totalmente ajena y a su vez, incomprensible.

Los medios de comunicación: una leña más en el fuego

Hasta ahora, imagino que quedó más que claro el importante rol que poseen los medios de comunicación y propaganda utilizada en redes sociales como medios de alcance para lograr los objetivos premeditados por las organizaciones yihadistas.

A lo largo de los años, las plataformas usadas por los grupos terroristas para difundir sus ideas y las atrocidades cometidas han ido variando. En el caso de los recientes episodios relacionados a los cuartos de final de la Champions League explicados en el primer párrafo, ISIS-K –autor del brutal atentado en Moscú el mes pasado- ha estado utilizando al medio yihadista denominado “Al-Azaim” como eje central para la difusión de su propaganda terrorista. Este aparato propagandístico se ha destacado por haber construido una red de canales de Telegram para difundir mensajes considerados mundialmente como ilegales. 

Por su parte, en el caso de ISIS, por ejemplo, la organización cuenta con un departamento de prensa denominado “Al Hayat”, el cual está encargado del reclutamiento de nuevos adeptos –en su mayoría- fuera de las fronteras de Siria e Iraq. A través del mismo, ISIS se encarga de dibujar la vida dentro del “Estado Islámico” de una manera totalmente distinta a lo que la realidad es. Sin la presencia de fusilamientos, decapitaciones y torturas. Todo esto, con el fin de atraer nuevos miembros.

Conclusión

Durante el transcurso de este siglo, se habló muchísimas veces de que el avance de la tecnología ha ayudado al ser humano en innumerables situaciones, muchas de ellas, incapaces de realizarse sin la presencia de aparatos tecnológicos o simplemente, de internet. Esto no es para nada errado. Por otro lado, y paralelamente, el Terrorismo y las organizaciones que lo llevan a cabo, no se han quedado atrás en la evolución y uso de las nuevas tecnologías para lograr concretar sus maléficas intensiones. 

En esta era plagada de internet, redes sociales y medios de comunicación cada vez más relevantes, podríamos decir que, hablando del fenómeno del Terrorismo, estamos viviendo un “Terrorismo 3.0”.

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Máximo Alterman
Licenciado en Ciencias Políticas por Universidad del Norte Santo Tomás de Aquino y maestrando en RRII en la Universidad de Belgrano. Gran interés en Medio Oriente y particularmente, el fenómeno del Terrorismo

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