A finales de 2022, Estados Unidos se preparó intensivamente ante la posibilidad de un ataque nuclear de Rusia contra Ucrania, lo que habría marcado el primer ataque nuclear en guerra desde los eventos de Hiroshima y Nagasaki hace casi ochenta años, según dos altos funcionarios de la administración que informaron a CNN.
La preocupación principal de la administración Biden se centró en la posibilidad de que Rusia empleara un arma nuclear táctica o de campo de batalla. Según un alto funcionario de la administración, lo que llevó a esta evaluación sin precedentes no fue un indicador único, sino una combinación de eventos, análisis y nueva inteligencia altamente sensible.
Durante el período de finales del verano al otoño de 2022, el Consejo de Seguridad Nacional celebró reuniones para implementar planes de contingencia en caso de una indicación clara de que Rusia estaba a punto de realizar un ataque nuclear o si simplemente lo ejecutaba. Este esfuerzo se llevó a cabo debido a la creciente preocupación sobre la pérdida de territorio por parte de las fuerzas rusas en Ucrania y la posibilidad de que esto pudiera desencadenar el uso de armas nucleares.
La administración Biden también consideró la posibilidad de una bomba sucia ucraniana como parte de una campaña de desinformación rusa. Mientras que Estados Unidos rechazó las advertencias rusas sobre esta amenaza, se preocupó por la motivación detrás de ellas, viéndolas como una posible tapadera para un ataque nuclear ruso.