Aunque Japón no forma parte de la OTAN, en los últimos años, la alianza militar ha buscado estrechar lazos con este país del Indo-Pacífico, dando lugar a una relación que ha experimentado una evolución notoria y rápida. Como era de anticipar, esta situación también ha generado fuertes reacciones adversas por parte de Pekín, Pyongyang y Moscú.

Los debates de esta relación suponen que el acercamiento se ha dado en gran parte por la agresión rusa en Ucrania. No obstante, la asociación estratégica tiene origen muchos años atrás, precisamente en 2007, gracias a que Tokio ha buscado diversificar sus relaciones de seguridad más allá de la alianza bilateral que posee con Estados Unidos. 

Pero la pregunta que surge es si la relación entre ambos es algo positivo para la seguridad europea e Indo-Pacífico. Algunos analistas infieren que el acercamiento tendrá un beneficio mayor cómo una diplomacia pública, intercambio en materia de seguridad económica e información. 

Un repaso histórico de las relaciones entre la OTAN y Japón 

Aunque la reciente declaración del Primer Ministro japonés, Fumio Kishida, sobre Ucrania ha sido destacada, el interés japonés en la relevancia estratégica de Europa se remonta a 2007, cuando el entonces Primer Ministro Shinzo Abe expresó su intención de fortalecer los lazos con la OTAN. A lo largo de los años, se han firmado acuerdos formales y se han llevado a cabo ejercicios militares conjuntos, destacando el compromiso japonés con la cooperación en seguridad con la OTAN. 

También debe destacarse que analistas japoneses han reconocido que existe hace tiempo ciertos vínculos en cuanto a los entornos de seguridad del Euroatlántico e Indo-Pacífico. En particular, Shinzo Abe intentó establecer un mecanismo de consulta Japón-OTAN en 1983, y a lo largo de las décadas, la cooperación en seguridad ha ido ganando terreno en las relaciones entre Japón y la OTAN con la firma de acuerdos sobre seguridad de información, entre otros.

Ampliación del Artículo 5 y las amenazas híbridas

Más allá de esto, hasta el momento no existe una idea sobre el papel que debe cumplir la OTAN en el Indo-Pacífico. No obstante, cabe recalcar que la alianza en 2022 se expresó en el Concepto Estratégico que reconoce a la República Popular China como un “desafío estratégico” con lo cual esto podría utilizarse como base para comenzar a acercarse a la región, señalan ciertos analistas.

A pesar de ello, el Artículo 6 del Tratado de Washington delimita las fronteras geográficas para invocar el compromiso de defensa mutua del Artículo 5, lo que significa que la OTAN nunca será la pieza central de la disuasión en el Indo-Pacífico. No obstante, Japón y la alianza podrían centrar los esfuerzos de su cooperación en cierta aérea de interés que se solapan. Y lo que es más importante, es que estas áreas de cooperación están firmemente ancladas en el lenguaje jurídico de los estatutos fundacionales de la OTAN.

El Comunicado de Vilna de 2023 identifica las operaciones híbridas contra los aliados como susceptibles de alcanzar el nivel de un ataque armado, lo que podría llevar al Consejo a invocar el Artículo 5 del Tratado de Washington.

Allí también se mencionan las amenazas y desafíos híbridos de actores estatales y no estatales como actividades que “tienen como objetivo nuestras instituciones políticas, nuestras infraestructuras críticas, nuestras sociedades, nuestros sistemas democráticos, nuestra economía y la seguridad de nuestros ciudadanos”.  Mencionan más de 20 veces las amenazas de la desinformación, la tecnología, la coerción económica y las vulnerabilidades de la cadena de suministro. 

Tanto Japón como la OTAN tienen ventajas comparativas únicas en la lucha contra las amenazas híbridas, lo cual podría dar píe a una ampliación del Artículo 5  para mejorar la seguridad y estabilidad tanto en la región euroatlántica como en el Indo-Pacífico en su conjunto.

Por otro lado, la cooperación podría generar ciertos resquemores entre los estados de Asia Sudoriental que son escépticos sobre la alineación. Países europeos cómo Francia han reconocido la imagen problemática de la OTAN en la región y han obstaculizado su expansión y, los de la región Indo-Pacífico, temen un marco de seguridad centrado en el Occidente temiendo que pueda perturbar el frágil equilibrio de poder en la región. Los estados de la ASEAN temen por una posible escalada y polarización de la región, a pesar de que muchos de ellos mantienen una asociación más estrecha con Japón y Estados Unidos. 

El desafío, destacan diversos analistas, está en comunicar de manera correcta lo que implica este acercamiento, contrarrestar la narrativa de las campañas de desinformación del Partido Comunista Chino que retratan a la OTAN como una fuerza desestabilizadora en la región, y tranquilizar al Sudeste Asiático de que la asociación contribuirá positivamente a la estabilidad y seguridad regional. 

Claves para una futura alianza

En primer lugar, se recomienda que la OTAN publique una declaración clara de su visión para el Indo-Pacífico antes de aumentar su participación en la región, especificando que planea trabajar con socios en la región y no necesariamente en ella. En segundo lugar, se destaca la importancia de que la OTAN sea reconocida como una plataforma ventajosa para abordar amenazas a la seguridad económica, dado que estas amenazas afectan a América del Norte, Europa y Asia por igual. 

En esa misma línea, se puede señalar que la OTAN puede ser un lugar para discutir temas como la seguridad de las cadenas de suministro, y la posibilidad de una mayor cooperación de inteligencia entre Japón y la OTAN en este ámbito.

Por último, debe existir un intercambio de información a nivel de agencias entre Japón y la OTAN para abordar campañas de desinformación de actores como Rusia y China. Se debe destacar la importancia de entender las redes de distribución, tácticas y fuentes de desinformación. Asimismo, los analistas subrayan la necesidad de observar con atención la narrativa China, quien podría denunciar que la cooperación entre la OTAN y Japón está generando desestabilización y exacerbando tensiones regionales. 

En conclusión, en los últimos años, Japón ha surgido cómo un líder en temas de defensa en Asia, apoyado generalmente por líderes del sudeste asiático. Este éxito se logró mediante el esfuerzo trabajo a largo plazo, basado en la confianza mutua y los objetivos comunes con otros estados. Con los cuales, de gestionarse correctamente, la cooperación de seguridad entre Japón y la OTAN en el Indo-Pacífico puede mejorar efectivamente la disuasión. 

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