El imponente paisaje de la Antártida no solo alberga secretos del pasado geológico de nuestro planeta, sino también tensiones geopolíticas que involucran a potencias mundiales. Recientemente, el viaje de Javier Milei en colaboración con el OIEA ha puesto de relieve la posición argentina en este escenario polar. Al mismo tiempo, el Reino Unido, a través de su representante David Rutley MP, ha reafirmado sus intereses y compromisos en la región.

El British Antarctic Territory (BAT) es una extensión territorial impresionante, superando en tamaño siete veces a Gran Bretaña. El Reino Unido, consciente de la estratégica y ambiental importancia de este territorio, ha enfatizado repetidamente su compromiso con la Antártida. Sin embargo, esta postura no está exenta de controversias, especialmente cuando se cruza con las reivindicaciones territoriales argentinas.

Desde 1818, Argentina ha marcado su presencia en la Antártida, iniciando con actividades de foqueros matriculados en Buenos Aires. Esta presencia se solidificó con el establecimiento de observatorios meteorológicos y, más tarde, con investigaciones científicas y bases permanentes. Argentina, con 13 bases en la región, ha defendido con fervor sus derechos, basándose en principios como la teoría de los sectores y la contigüidad geográfica.

Contrastando con esto, la historia británica en la Antártida se remonta al siglo XVIII. Las expediciones lideradas por figuras como el capitán Cook y las actividades posteriores, como la Expedición Ross y la Operación Tabarin, consolidaron la presencia británica. Aunque inicialmente vinculadas a las Islas Malvinas, las acciones del Reino Unido resultaron en la creación del BAT, separando administrativamente la Antártida de las Malvinas.

La estrategia británica para reclamar territorio antártico se basa en una serie de expediciones y acciones que datan de 1774. Con expediciones notables como la de James Clark Ross y la Expedición Discovery de Robert Falcon Scott, el Reino Unido ha sostenido su presencia y reclamación en la región. A pesar de esto, la decisión británica de convertir la Antártida en una dependencia de las Islas Malvinas ha sido objeto de debate y crítica.

El escenario post Tratado Antártico

Mientras el Tratado Antártico de 1961 intentó calmar las tensiones, la incertidumbre global plantea preguntas sobre su futuro. El Tratado Antártico no establece una fecha definida para su término ni limita su posible revisión. Según el Artículo XII del tratado, cualquier Parte Contratante tiene el derecho de proponer modificaciones al tratado, las cuales se discuten y deciden en una convención donde participan 29 miembros.

Es esencial entender que, después de 30 años de su entrada en vigor, el tratado permite que se solicite una corrección del mismo. Si se lleva a cabo una conferencia y se aprueba una modificación por la mayoría de las Partes Contratantes con representación, esta enmienda se implementará. Sin embargo, si no se logra la implementación, cualquier Parte Contratante puede optar por retirarse tras ciertos procedimientos establecidos.

Además, para la protección de la Antártida se conformó el Protocolo de Protección Ambiental, o Protocolo de Madrid, que se enfoca específicamente en la conservación ambiental y tiene programada una verificación cada medio siglo desde su puesta en marcha en 1998.

De cara al futuro, a partir de 2048, la dinámica y disposiciones del Tratado Antártico podrían verse influenciadas por las interpretaciones y decisiones que emanen de este marco legal.

¿Podría la creciente demanda de recursos, como petróleo y minerales, desencadenar una revisión del tratado? ¿Qué implicaría esto para las reivindicaciones de Argentina y el Reino Unido? Estas interrogantes resaltan la complejidad y sensibilidad de la geopolítica antártica.

La Antártida, más allá de su belleza natural, se presenta como un escenario de complejas disputas geopolíticas. Con el viaje reciente de Javier Milei y decisiones históricas del Reino Unido, la región sigue siendo un foco de atención y debate, donde el pasado, el presente y el futuro se definen en pos de la soberanía, recursos y estrategia de cada uno de los países que la reclama como suya.

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Redacción
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