El presidente de Chile, Gabriel Boric, viene marcando una posición fuerte en materia de política exterior que lo distancian de algunos sectores de la izquierda latinoamericana. Durante sus 16 meses en el Gobierno, Boric fue especialmente contundente en condenar la invasión rusa en Ucrania y las violaciones a los derechos humanos en Venezuela y Nicaragua.
En este sentido, el líder chileno de 37 años colocó a los derechos humanos y la defensa de la democracia como elementos fundamentales de su política exterior, especialmente en América Latina. Estas posturas generaron fricción y críticas de varios mandatarios de la izquierda dura de la región, particularmente Lula da Silva, con quien tuvo desacuerdos notables.
Durante la cumbre de la Unión Europea y CELAC, Boric calificó la invasión rusa a Ucrania como una “agresión imperial” y enfatizó la importancia de que América Latina condene claramente la violación del derecho internacional por parte de Rusia. Y si bien la mayoría de los países firmaron una declaración condenatoria, Lula dejó en claro que no estaba de acuerdo con la postura de su homólogo.
Asimismo, el mandatario abogó por “acabar con el doble estándar” de la izquierda en materia de derechos humanos, y su presidencia puso en relieve la importancia de este tema en las relaciones exteriores de Chile. El desacuerdo en las posturas de ambos presidentes se hizo visible en una serie de cruces e intercambio de declaraciones que mantuvieron durante este último tiempo.