Turquía se dirige a las elecciones finales de segunda vuelta este domingo, dos semanas después de que en las elecciones del 14 de mayo ninguno de los candidatos presidenciales obtuviera más del 50 % de los votos.

En la mayoría de los países, esto parecería un fracaso para el partido gobernante y el líder autoritario de larga data de Turquía, Recep Tayyip Erdogan. Sin embargo, la mayoría de los medios parecen dar por sentado que Erdogan derrotará a Kemal Kilicdaroglu.

En la primera ronda de las elecciones del 14 de mayo, ambos candidatos obtuvieron aproximadamente una cuarta parte de los 100 millones de votos, sumando más de 50 millones, lo que significa que la participación fue alta.

El candidato de la oposición ha logrado unir a los votantes nacionalistas seculares históricos y a algunos de izquierda, incluida parte de la minoría kurda, que a menudo es reprimida en Turquía.

El tercer candidato importante en las elecciones de mayo, Sinan Ogan, es visto como una de las muchas voces inclinadas hacia la derecha en la política turca, cada vez más religiosa, nacionalista y de derecha. Por lo tanto, muchos observadores creen que Erdogan tiene más posibilidades de ganar en la segunda vuelta ahora que Ogan ha sido eliminado. El líder de la oposición, Kilicdaroglu, ha sido criticado por adoptar un tono nacionalista antes de las elecciones, incitando en contra de los refugiados sirios y los migrantes.

En consecuencia, las elecciones del domingo 28 de mayo ahora se perciben como menos competitivas y menos interesantes. Los analistas que preveían que la oposición tenía una oportunidad ahora parecen desalentados.

Ankara parece encaminarse hacia elecciones en las que muchos piensan que el resultado está predefinido.

El impacto internacional

Para los países interesados en la política de Ankara, muchos adoptan un enfoque de esperar y ver, sin querer enfadar lo que creen que serán otros cinco años de gobierno del AKP. Esto significa que incluso cuando Ankara difunde conspiraciones contra Estados Unidos y la Unión Europea, ambos permanecen en silencio. Países como Grecia e Israel, a menudo objetivos de la retórica del partido gobernante de Turquía, están observando con cautela.

El Golfo parece estar invirtiendo dinero en la economía de Ankara para ayudar a mantenerla a flote. Irán, Rusia y probablemente China también desean que el partido gobernante gane. Sin embargo, como en todas las cosas, vale la pena esperar a ver los resultados.

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Redacción
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