La primera ministra británica, Liz Truss, dimitió el jueves, rindiéndose a lo inevitable tras un tumultuoso mandato de seis semanas en el que sus políticas desataron la agitación en los mercados financieros y una rebelión en su partido anuló su autoridad.

Dijo que “no puedo cumplir el mandato por el que fui elegida”.

Un día antes, Truss había prometido mantenerse en el poder, diciendo que era “una luchadora y no una desertora”. Pero Truss no pudo aguantar más después de que un alto ministro abandonara su gobierno con un aluvión de críticas y de que una votación en la Cámara de los Comunes se convirtiera en un caos y una acritud pocos días después de que se viera obligada a abandonar muchas de sus políticas económicas.

Su marcha deja a un Partido Conservador dividido en busca de un líder que pueda unificar sus facciones enfrentadas.

Un número creciente de legisladores había pedido la dimisión de Truss tras semanas de agitación provocada por su plan económico. El plan presentado por el gobierno el mes pasado desencadenó una agitación financiera y una crisis política que ha visto la sustitución del jefe del Tesoro de Truss, múltiples giros políticos y una ruptura de la disciplina en el Partido Conservador en el gobierno.

Anteriormente, el legislador conservador Simon Hoare dijo que el gobierno estaba en desorden.

Truss había mantenido una reunión apresurada en su despacho del número 10 de Downing Street con Graham Brady, un legislador conservador de alto nivel que supervisa los desafíos al liderazgo. Brady tenía la misión de evaluar si la primera ministra seguía contando con el apoyo de los diputados tories, y parecía que no era así.

Un número creciente de parlamentarios conservadores había pedido el jueves que dimitiera y pusiera fin al caos.

“Es hora de que la primera ministra se vaya”, dijo la legisladora Miriam Cates. Otro, Steve Double, dijo de Truss: “No está a la altura del cargo, lamentablemente”. La legisladora Ruth Edwards dijo que “no es responsable que el partido le permita seguir en el poder”.

Los desafíos de los conservadores

Con las encuestas que dan al Partido Laborista una amplia y creciente ventaja, muchos conservadores creen ahora que su única esperanza de evitar el olvido electoral es sustituir a Truss. Pero están divididos sobre cómo deshacerse de ella y sobre quién debería sustituirla.

El partido quiere evitar otra contienda por el liderazgo, como la de hace unos meses, en la que Truss derrotó al ex jefe del Tesoro, Rishi Sunak. Entre los posibles sustitutos -si los legisladores conservadores se ponen de acuerdo- están Sunak, la líder de la Cámara de los Comunes, Penny Mordaunt, y el recién nombrado jefe del Tesoro, Jeremy Hunt.

Las elecciones nacionales no tienen que celebrarse hasta 2024.

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Redacción
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