El pasado martes, Leland Lazarus (asistente especial y redactor de discursos de la Jefa del Comando Sur de los Estados Unidos, General Laura Richardson) emitió un comunicado sobre las consecuencias que la invasión de Rusia a Ucrania ha generado en todo el mundo, puntualizando en América Latina y el Caribe.

El objetivo central de su discurso se enfocó en detallar aquellos países que condenaron el accionar de Putin y se posicionaron como un socio estratégico de Estados Unidos en el continente.

Sin embargo, Leland mostró la gran preocupación que Estados Unidos posee sobre el continente, un fenómeno que se profundiza y que incomoda el “patio trasero” del gigante norteamericano: la presencia de China en la región, más aún, la militar.

Leland remarcó la bilateralidad que China mantiene con ciertos países latinoamericanos, puntualmente en términos comerciales bajo su iniciativa de la Nueva Ruta de La Seda o One Belt One Road. De la misma son signatarios 21 países de la región, remarcando en la Argentina como su socio más reciente.

No obstante, el funcionario buscó profundizar en una cuestión en particular: que al centrarse en las relaciones económicas y comerciales de China con la región, “se pasa por alto una tendencia alarmante observada en otras partes del mundo”, es decir, el aprovechamiento por parte Beijing de utilizar estos intereses comerciales para sus fines militares.

No es nueva la preocupación de Estados Unidos sobre China, ni mucho menos las advertencias contra la presencia de Beijing en el continente. Pero la particularidad de esta ocasión radica en demostrar con datos y hechos el fortalecimiento de las relaciones militares entre China y la región, que año a año se profundizan. Proyectar su desacuerdo con estos actos implicó un comunicado de más de 15 párrafos detallando que la bilateralidad de Beijing con el continente es un problema que no debe escaparse de sus manos.

Por ejemplo, Leland puntualizó en las más de 200 visitas que los principales líderes de China han realizado a la región desde la década del 2000, el foro de defensa de alto nivel que estableció con la CELAC, la venta de armas, aviones y equipamiento militar a países como Argentina, Venezuela y Bolivia, entre otros factores.

También supo destacar el rol fundamental que el Ejército Popular de Liberación (EPL) de China cumple en esta ecuación, siendo el principal puntapié para proyectar el poderío global de Beijing en el mundo a través de su influencia militar en regiones como América Latina.

El comunicado no solo mostró preocupación por la relación de China con diversos países latinoamericanos, sino también desesperación. El vínculo del gigante asiático con países como Argentina, por ejemplo, (a través de la creación de acuerdos bilaterales comerciales, proyectos portuarios, de infraestructura, entre otros) provoca cierta cavilación en Estados Unidos, mostrándose reacio, una vez más, a esta bilateralidad. Sin embargo, Estados Unidos sigue manteniendo cierta vehemencia al momento de manifestar su postura, aunque demuestra poca efectividad a la hora de materializarla. En el mientras tanto, los países latinoamericanos continuarán comerciando y profundizando sus vínculos con China, ya sea por preferencia o por necesidad, motivos que tal vez Estados Unidos no pueda (o quiera) dimensionar.

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Redacción
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