Tenemos que profundizar con más sabiduría y coraje la reforma de la defensa nacional y el ejército. Este es el requisito de la época para realizar el Sueño Chino y el sueño de fortalecer el ejército, es el único camino que tenemos que tomar para fortalecer y vigorizar nuestro ejército y también la medida clave que decide el futuro del ejercito   

Xi Jinping

Sin lugar a dudas, podemos afirmar que China es una de las naciones más poderosas del mundo, solo basta ver las cifras del crecimiento de su economía estos últimos años para poder justificarlo.

Para quienes no fuimos contemporáneos de la Guerra Fría entre la Unión Soviética y los Estados Unidos, esta sería la primera vez que somos testigos de un cuestionamiento serio a la hegemonía de la Primera Potencia Mundial y cómo es que ésta, en realidad, no es tan invencible como se han ocupado durante años en hacernos creer.

Rápidamente y sin que el resto de los países alcancemos a percibirlo, China se convirtió de una nación pobre y rural a una superpotencia mundial.

Pero nada es esto es resultado de la simple casualidad, solo para adentrarnos a conocer un poco al Zhōngguó o Reino del medio, es importante entender que los primeros antecedentes de la Antigua China llegaron de la mano de las olas migratorias de Mongolia y desde el centro de Asia donde principalmente se asentaron en la orilla del rio Amarillo hace unos 3500 años, cabe mencionar que en Asia los territorios estaban deshabitados o eran parte de grandes imperios ya establecidos. Este estado primitivo de civilización promovió un sistema de organización en clanes dirigidos por jefes de guerra donde sus principales actividades de sustento eran la recolección y la caza. Como este sistema no les trajo problemas mayores, rápidamente aquellos primeros chinos, desarrollaron la agricultura y la ganadería y con ellas también el concepto de propiedad y las distintas clases sociales, lo que rápidamente desembocó en una sociedad dinástica.

La primera dinastía que logró imponerse fue Shang desde el 1700 al 1000 a.C. Luego fueron sucedidos por la dinastía Zhou, siendo ésta última la que logró mayor extensión territorial. 

Pero ese ritmo de expansión apresurado fue lo que provocó, por falta de mecanismos de control, que los distintos vasallos designados por el emperador se revelaran contra él quedando así el Imperio Chino fragmentado en pequeños pedazos. 

Recién en el año 221 a.C. El Imperio logra reunificarse bajo el mandato de Qin Shi Huang de la Dinastía Quin, siendo este el Primer Emperador Imperial de China, periodo que duró hasta la caída de esa dinastía en 1912.

A comienzos del Siglo XIX, si bien China gozaba de paz y tranquilidad, era un país hermético ya que, en pleno auge de la economía liberal y el expansionismo imperialista, con la única nación que comerciaba era con el Reino Unido, a quien le vendía té a cambio de opio. 

No pasó mucho tiempo hasta que el gobierno chino se dio cuenta de las propiedades adictivas del opio por lo que el Emperador Chino lo declaró ilegal para su consumo y venta. Si bien esto no fue del agrado de los británicos, el comercio de opio se continuaba de manera ilegal, lo que produjo en China un mayor aumento de los controles para evitarlo y así fue como en 1840 China y el Reino Unido con apoyo de Francia, entran en conflicto en la llamada Guerra del Opio, una contienda significativamente desigual. 

Reino Unido y Francia eran dos potencias mundiales y los chinos simplemente eran apenas un puñado de campesinos sin experiencia de combate, lo que resultó en una rápida rendición china, el pago de cifras completamente exorbitantes a las potencias en conflicto y la cesión de la ciudad de Hong Kong a los británicos. Después de eso, en 1896 Japón invade Corea, que por ese momento era ocupada por China, conflicto bélico que también fue perdido por parte de China, que debió pagar indemnizaciones a los japoneses además de las que ya tenía con Francia y el Reino Unido. 

Es fácil observar que, fueron casi cien años en donde se oprimió y subyugó al pueblo chino, un pueblo que otrora era pionero en cultura, ciencia y tecnología y que nunca tuvo pretensiones expansionistas como las potencias de la época.  

El descontento por esos sucesos llevó a que en 1911 se produjera una revuelta, en clara oposición a la situación reinante respecto a las concesiones que debía hacer el Imperio Chino en detrimento de la calidad de vida de su pueblo y su soberanía, en la que se sumaron varias provincias chinas, además de un joven de 17 años llamado Mao Zedong.

Esas revueltas dieron origen a la fundación de la Primera República China en 1912, en donde, Sun Yat Set asume la presidencia, pero al encontrarse fraccionada el Estado pierde poder en algunas regiones donde el mismo es ejercido por líderes militares, fue lo que se denominó periodo de los Señores de la Guerra, en donde uno de ellos, llamado Yuan ShiKai, destituye al Emperador de china y se proclama Emperador, pero al no contar con el apoyo suficiente, es destituido y reemplazado por su segundo.

En 1921, la Revolución Bolchevique ya resonaba en China y el comunismo comenzaba a simpatizar con un gran sector de la sociedad, sumado que al finalizar la IGM en 1918, el Estado Chino se tuvo que entregar, prácticamente, al Estado Nipón, cediendo no sólo territorios sino también la industria metalúrgica y los ferrocarriles. Esa situación volvió a generar revueltas conformadas por obreros, estudiantes e intelectuales que estaban en contra de esas injustas concesiones. La noticia llegó a Moscú y fue el propio Lenin quien mandó agentes de su gobierno para coordinar una posible revolución, lo que dio origen un año más tarde a la creación del Partido Comunista Chino.

En 1922 el Partido Comunista Chino (PCCh) y el Partido Nacionalista Chino (Kuomintang), se fusionan con la firme voluntad de reunificar al país y tomar un rumbo claro y en 1926, después de una serie de enfrentamientos logran terminar con los señores de la guerra, pero el líder del Kuomintang, Chiang Kai Sek, rompe con la alianza que lo llevó al poder y comenzó a perseguir a los comunistas.

Por otro lado, Mao Zedong empieza a hacerse de poder dentro del PCCh y aprovecha la situación de una serie de tomas de territorios por parte de los japoneses para mandarle un mensaje al gobierno de Chiang Kai Sek en pos de formar un frente de combate común a lo que Chian responde con la célebre frase: Los japoneses son una enfermedad en la piel y los comunistas del corazón (…).

Luego de eso, a Chiang Kai Sek se le subleva un General y lo obliga a negociar con Mao Zedong. Además de la presencia estadounidense en el territorio chino durante la IIGM, que se desataría años después, ayudaría al crecimiento de la alianza entre Chang Kai Sek y Mao Zedong.

Una vez finalizada la IIGM, el nuevo Ejército Popular Chino comenzó a ganar terreno a los nacionalistas haciéndolos retroceder hasta la isla de Taiwán, donde Chang Kai Sek gobernó hasta su muerte en 1975.

El 1 de octubre de 1949 Mao Zedong se proclama el nuevo líder de la recientemente creada República Popular China con un gobierno centrado en el pueblo. Dando fin a los cien años de humillación, los puntos más destacados de su gobierno fueron la alfabetización, la reforma agraria y la industrialización.

En 1978 Deng Xiaonping tomó el poder con el respaldo del PCCh, aclarando que, a partir de ese momento, China tendría los pies sobre la tierra, dejando atrás toda utopía posible (…). Siendo esta afirmación el puntapié inicial para un lento pero ininterrumpido periodo de crecimiento, como nación soberana, pero de bajo perfil ante el escenario mundial. Luego siguieron los periodos de Jiang Zemin, Hu Jintao y recientemente Xi Jinping.

Xi Jinping es el séptimo presidente de la República Popular de China, ostenta ese cargo desde el 14 de marzo de 2013 y es quien aspira alcanzar el Gran Sueño Chino para el centenario del PCCh el año 2049.

Partiendo de la base de que los actuales chinos se perciben a sí mismos como herederos de una cultura milenaria que fue líder en múltiples áreas y que cayó en desgracia con la apertura de los puertos chinos al comercio de opio con los británicos y que dicho mal tiene fin con la fundación de la República Popular China en el año 1949 a lo que ellos llaman el Siglo de la Vergüenza, es que China planea ser una potencia Mundial.

Dicho sueño se cimienta en proyectos de gran envergadura como la Nueva Ruta de la Seda o el Collar de Perlas, que dejan en clara evidencia que, en la actualidad, el Reino del Medio es un país con visión global que puede transformar su fortaleza económica en influencia política lo que le permitirá desarrollar las herramientas necesarias para alcanzar ese sueño.

Obviamente que el Sueño Chino requiere de una China más firme y más fuerte para afrontar una nueva era de rivalidades y es precisamente por esto que las fuerzas armadas chinas fueron sometidas a una reestructuración a través de una reforma.

El inicio de esta nueva reforma tiene origen el 3 de septiembre del 2015, durante la conferencia por el 70° aniversario de la Victoria en la Guerra de Resistencia del Pueblo Chino contra la Agresión Japonesa, en donde Xi Jinping anunció el desarme de 300 mil efectivos del ejército, en clara alusión a una reducción del mismo, pero también a una fuerte profesionalización.

A partir de ese momento hemos sido testigos de cómo se ha reorganizado el sistema de mandos, se ha optimizado la magnitud y la estructura del ejército como así también la composición de las diversas fuerzas, además de promover la reforma de políticas y regulaciones militares.

Los planes estipulados por la reforma son científicos y meticulosos con aplicación rápida y constante lo que permitió que en un tiempo mínimo se estableciera una estructura renovada en donde la Comisión Militar Central, presidida también por Xi Jinping, se hiciera cargo de la administración general de todas las fuerzas armadas.

Con esa decisión es correcto entender que los comandos de teatro se centran en el combate y las diferentes fuerzas militares persiguen el desarrollo de las capacidades propias, logrando así la reorganización integral del organigrama del Ejército Popular, Un ejército subordinado al PCCh y al pueblo chino como así también obediente, intachable y capaz de ganar guerras.

Esa reforma estructural también es acompañada por una fuerte inversión en el presupuesto de defensa, hecho que se ve reflejado en la cantidad de armamento propio o como dicen ellos “con características chinas” que han desarrollado.

Solo para tener dimensión de ello podemos mencionar al avión de caza furtivo J -20, al avión de transporte y carga Y-20, el destructor tipo 055, el misil DF-26, el portaviones tipo 003 y más recientemente el misil hipersónico Deng Feng.

Para tener una idea de lo revolucionario de esa arma, hace falta tener en cuenta que solamente 6 países en el mundo tienen misiles intercontinentales o ICBM, Estados Unidos, Rusia, Francia, Reino Unido, Corea del Norte y China. 

Estos misiles son balísticos, es decir se lanzan desde una plataforma, llegan a una determinada altura por el impulso del combustible propio y a partir de allí se precipitan a tierra en trayectoria balística sin capacidad de modificar su ruta.

El avance significativo del Deng Feng tiene que ver con su capacidad de cambiar la trayectoria y eludir sistemas de detección y defensa, un arma sin precedentes y sin contrincantes en la actualidad.

A todo esto, tenemos que sumarle que China también es una potencia nuclear, la tercera si tenemos en cuenta los datos suministrados por el Instituto Internacional de Estudios para la Paz de Estocolmo (SIPRI), que detalla que Estados Unidos posee 5800 armas nucleares de las cuales 1750 se encuentran desplegadas por el mundo. Rusia posee 6375 pero listas para usar solo 1550. Francia 280 listas de un total de 290 y Reino Unido 120 de un total de 215.

El dato de valor es que según el SIPRI China contaba a principios del 2020 con 320 armas nucleares y solo a comienzos de este año aumentó su capacidad a 350.

Si bien esa cantidad de armas nucleares china no se acerca ni por asomo a las de Estados Unidos o Rusia, le permite al país mantener, lo que ellos denominan, una disuasión limitada, capaz de defender su soberanía frente a cualquier tipo de ataque.

Con todo esto podemos concluir que China es un gigante dormido que se ha despertado, todo parece demostrar que en los próximos años el eje económico mundial se correrá a oriente y tendrá al Imperio del Medio como protagonista principal.

Obviamente que enfrentar este cambio de paradigma en un mundo occidentalizado y adoctrinado durante años con películas hollywoodenses en donde el capitalismo es bueno y el comunismo es malo, es arduo y difícil, más aún cuando la actual primera potencia se niega a bajarse del podio que ostenta.

Es por esto que la consolidación de una nación requiere del fortalecimiento de su ejército para que pueda garantizar la paz del país. Concepto éste que es aún más complicado de entender por estas latitudes, a sabiendas del uso que se le dio a las Fuerzas Armadas Latinoamérica en la década del 70.

Por otro lado, una nación próspera y un ejército fuerte son lo que han buscado siempre los comunistas chinos y es Xi Jinping quien lo está logrando en esta Nueva Era y eso es posible en el esquema chino gracias a una férrea comunión entre los militares y el PCCh, es decir, militares con conciencia ideológica, política y de acción, algo que también por estos lados es difícil de imaginar o concebir, militares militando en la política.

Si algo debemos imitar de los chinos es su capacidad para no dejarse vencer frente a la adversidad y mantenerse firmes y ecuánimes, aun cuando todo parece perdido, recordemos el Siglo de la Vergüenza, el cual les sirvió de punto de partida para aspirar al Gran Sueño Chino.

Nosotros hemos tenido una Guerra, la de Malvinas y durante años se ha tratado de ocultar esa parte de la historia o de minimizar los hechos heroicos y proezas realizadas por nuestros Héroes, en cambio China rinde culto a sus guerreros, ancianos y antepasados, que mejor demostración de aquel dicho del poeta y filósofo español Jorge Agustín Nicolas Ruiz de Santayana de que: “El pueblo que no conoce su historia está condenado a repetirla” (…)

Actualmente estamos a las puertas de una oportunidad única, el mundo se reacomoda, el balance del poder se mueve de extremo a extremo y nosotros, los argentinos, no podemos ser como un péndulo que va de un lado a otro sin un rumbo fijo, por eso es necesario una política de estado que trascienda más allá de los partidos políticos y que tenga como único fin el de asegurar la grandeza y preservación de la nación toda. El tiempo es ahora.

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Mauricio Castaño
Oficial de Fuerza Aérea Argentina con el grado de Primer Teniente. Especializado en Vigilancia y Control Aeroespacial y Guerra Electrónica. Actualmente Jefe de Estación Radar de Superficie.

4 COMENTARIOS

  1. Este artículo peca de panfletario en extremo. Peca de discurso. Pasa a Zedong y la Revolución China como si fuera una anécdota cuando estamos hablando del mayor genocidio de la historia humana, atenuado por el hecho que no tuvo cobertura periodística tal como sucedería en las naciones libres y democráticas.
    Ese logro que destaca el autor, la reforma agraria, al igual que en Rusia y en Cuba fracasó estrepitósamente porque los que la organizaron no tenían la menor idea de los tiempos, las sazones y el devenir del mundo agrario. Hicieron todo según su proceder: a la fuerza. Ignorante y totalitariamente. Me recuerdan los militantes locales del Proyecto Artigas y sus perejiles de almácigos en tierra tomada.
    La reforma agraria sumió a la población china en el hambre, la desesperación y la mortandad masiva. Mao sabía la que se le venía encima e instituyó la sangrienta Revolución Cultural valiéndose de la impetuosidad juvenil y creó una grieta generacional, saldada con millones de muertos adicionales acusados de no adaptarse a las exigencias de la Revolución. Posteriormente volvería a reeditarse esta matanza en Camboya bajo la tiranía del dictador comunista Pol Pot. Y por las mismas causas.
    Yo no entiendo cómo se pueden saltear estas cosas siendo que hasta la misma China reconoció posteriormente los excesos de ese culto a la personalidad, consecuencia típica de los estados totalitarios, consecuencia típica de naciones emocionalmente inmaduras que necesitan del paternalismo estatal. Estamos en el siglo XXI y todavía nos parece potable y no execrable relacionarnos con éste tipo de países totalitarios en el nombre del partidismo, de la política de cabotaje. Será acaso China una perfecta apología de lo que se pretende políticamente para Argentina? El Gran Sueño Chino se construyó sobre un inmenso mar de sangre y almas. Tendrán ese sentir tan antirrepublicano nuestra generación? El tiempo lo dirá.

    • Que tal el genocidio lento por parte de Occidente,
      específicamente por EEUU con ayuda de Gran Bretaña en el Medio Oriente y la interferencia en asuntos de crecimiento en Argentina y otros países latinoamericanos?
      Yo como Argentino no estoy en contra de nadie, pero si de las injusticias y la ignorancia de tantos compatriotas que viven alucinando con Occidente y su grandeza, pero para destruir.

  2. Muy buen artículo, china se a desarrollado como un nacionalismo de bases asiáticas, pasaron de cultivar arroz a lanzar satélites al espacio, desarollan permanentemente su propia ciencia y tecnologia, no son expansionistas en lo territorial, mientras EEUU cae en la decadencia ( una dinerocracia ) china se levanta como la mayor potencia del futuro, en cuanto a la Argentina apoyan sin dudar la soberania de malvinas para nuestro pais, a diferencia de EEUU que no lo hace, nos ofrecen todo tipo de armas sin restricciones,lo que EEUU no hace, y nos compran todo lo que producimos, lo que EEUU tampoco hace, sin dudas , argentina tiene que profundizar su alianza con china.

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