Por Mateo Garza, miembro de Politólogos al Whisky

La crisis del transporte global, las tensiones inflacionarias, las restricciones a importaciones y exportaciones y la incertidumbre del mercado cambiario ¿Cuál es el escenario del comercio internacional en Argentina hacia 2022? 

Desde el comienzo de la pandemia, el colapso en los puertos y la escasez de contenedores tiene en jaque al transporte marítimo, responsable de más del 80% del comercio mundial. 

Durante el último año las tarifas de fletes marítimos llegaron a aumentar un 500% en algunos casos y siguen subiendo, lo que inevitablemente repercute en el precio de los bienes. En este contexto, muchas empresas del mundo optan por adelantar sus compras para acumular stock ante la reactivación del consumo, lo que contribuye al colapso del transporte, que sufre de poca disponibilidad y tiempos de tránsito más extensos. 

Estas disrupciones en la cadena de suministro global son responsables de que en muchos países haya preocupación por la escasez de productos importados y precios significativamente más altos para la temporada de navidad. Organismos internacionales como el FMI ya advierten sobre un fenómeno inflacionario a nivel mundial, impulsado por las complicaciones logísticas, aumento del precio de las materias primas y una alta demanda por parte de los países que empiezan a recuperarse económicamente. 

Ante la suba de los precios internacionales de commodities, el gobierno ya amenazó con más retenciones y restricciones al sector exportador con el fin de asegurar stock y mantener los precios para el mercado interno. Asimismo, todo indica que durante 2022 se mantendrán los cupos y prohibiciones que rigen actualmente sobre la exportación de carne. 

En cuanto a las importaciones, el Ministerio de Desarrollo Productivo recientemente comenzó a enviar a las empresas los formularios para conocer sus proyecciones para 2022. La aprobación de las solicitudes de importación del año próximo quedarán sujetas a esta información y a los cupos que se establezcan para cada sector, que pueden verse reducidos si persiste la escasez de divisas. En el mismo sentido, puede esperarse que continúe el fuerte control del Banco Central sobre los pagos al exterior, a pesar de la flexibilización que se dio en noviembre ante el descontento del sector empresario por no poder importar insumos necesarios para producir. 

Con una brecha cambiaria que supera el 100% y un nivel de reservas internacionales cada vez menor, el Banco Central probablemente se vea obligado a tomar medidas concretas pronto. Queda por verse cómo afectan estas decisiones el tipo de cambio y en qué grado se verá influenciada la política monetaria por el acuerdo con el FMI.

En el contexto de la crisis de contenedores, la suba de los fletes marítimos no sólo eleva el precio de los productos e insumos importados sino que también resta competitividad a las exportaciones argentinas. Las complicaciones para encontrar espacio en buques y contenedores se convirtieron en moneda común para importadores y exportadores. Las grandes navieras destinan sus buques a las rutas comerciales con mayor demanda, lo que termina afectando aún más la disponibilidad, las tarifas y los tiempos de tránsito hacia puertos de menos volumen y lejanos a las principales rutas como el de Buenos Aires. 

En cuanto al fin de la crisis, algunos especialistas indican que el transporte comenzará a normalizarse hacia mediados de 2022. Por otro lado, Maersk, la naviera más grande del mundo, advirtió que no ve un final para la situación actual. La compañía presentó este año las mejores ganancias desde 2014 gracias al aumento de los fletes. 

Entrando a 2022, el comercio internacional argentino no será ajeno a los problemas logísticos que aquejan al mundo, pero los precios internacionales, la evolución del mercado cambiario y las políticas y normativas que se adopten al respecto tendrán un impacto decisivo en el estímulo de este sector clave para la reactivación económica en Argentina. 

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