Por Laura Farfán Caba, miembro del Observatorio Universitario de Terrorismo

Desde que los talibanes tomaron el poder el pasado 15 de agosto, el terror y el caos se apodero de todo Afganistán. Miles, tanto la población afgana como extranjeros, acudieron al aeropuerto de Kabul esperando poder ser evacuados de dicho lugar lo antes posible. Luchando contra el tiempo y la desesperación, personal militar estadounidense y sus aliados han estado trabajando arduamente para poder llevar a cabo esta misión.

Sin embargo, apenas se produjo el arrollado avance de los talibanes sobre Kabul, la inteligencia estadounidense advirtió de posibles ataques suicidas. Esta semana varias embajadas habían recomendado a sus ciudadanos alejarse del aeropuerto por temor de estos posibles ataques, que finalmente el pasado jueves 26 de agosto se hicieron realidad cuando dos atacantes suicidas que dijeron ser combatientes de Estado Islámico cometieron el atentado en el aeropuerto y en el cercano hotel Baron.

Aproximadamente 170 personas perdieron la vida y más de 200 resultaron heridos, incluidos niños, mujeres, algunos talibanes e incluso personal militar del ejército de los EE.UU, sembrando el terror en toda la población.

¿Quién es el responsable?

El portavoz de los talibanes, Zabihullah Mujahid, dijo el jueves en un tweet que “el Emirato Islámico condena de forma contundente los ataques que tienen como objetivo a civiles en el aeropuerto de Kabul”.

Por otra parte, según las agencias de inteligencia de Estados Unidos y el general estadounidense Kenneth McKenzie, detrás de estos ataques estuvo EI-K (ISIS-K, por sus siglas en inglés) o Provincia del Estado Islámico de Khorasan.

Posteriormente el mismo grupo se atribuiría dichos atentados como así también celebró al atacante suicida que, según su versión, detono un chaleco bomba en la entrada del Aeropuerto.

Pero ¿Qué es el ISIS-K?

ISIS-K fue creado en 2015 con el apogeo del poder del Estado Islámico en Siria e Irak, antes de que su califato fuera derrotado por una coalición de Estados Unidos. Es una rama regional del autodenominado Estado Islámico (EI) que está activo en Afganistán y Pakistán.

Tiene su sede en la provincia oriental de Nangarhar en Afganistán, cerca de las rutas de tráfico de drogas y personas que entran y salen de Pakistán.

En su momento de máximo poder, el grupo contaba con unos 3.000 combatientes, pero ha sufrido bajas significativas en enfrentamientos con las fuerzas de seguridad estadounidenses y afganas, y también con los talibanes. Se calcula que actualmente tiene entre 500 y 1500 combatientes, según un informe de la ONU del 15 de julio.

Por otro lado, según explica Frank Gardner, corresponsal de Seguridad de la BBC, ISIS-K es el más extremo y violento de todos los grupos militantes yihadistas que operan en Afganistán, e incluso fuentes de inteligencia han atribuido al grupo algunas de las peores atrocidades que han tenido lugar en Afganistán en los últimos años (como ataques dirigidos a escuelas de niñas, hospitales e incluso una sala de maternidad donde, según informes, mataron a tiros a mujeres embarazadas y enfermeras).

En 2021, el ISIS-K ha dejado un sangriento rastro de ataques terroristas: la Misión de Asistencia de las Naciones Unidas en Afganistán (UNAMA) ha contabilizado 77 atentados del EI solo en los cuatro primeros meses de este año.

A diferencia de los talibanes, cuyo interés se limita a Afganistán, ISIS-K aspira a un califato que se extienda desde el sur de Asia hasta Asia Central, convirtiéndolo en un grupo bastante peligroso. También es parte de la red global de EI que busca llevar a cabo ataques contra objetivos occidentales, internacionales y humanitarios donde sea que puedan alcanzarlos.

Con respecto a la relación entre los talibanes y ISIS-K, claramente las divisiones ideológicas separan a los dos grupos. El EI sigue la escuela salafista del islam (misma que sigue ISIS-K); y los talibanes, la escuela conservadora deobandi.

Otro aspecto importante a resaltar es que la interpretación por parte de los talibanes de la sharía no le parece lo suficientemente estricta, el Isis-K, los trata de “negadores”. Y esto empeoro más aún cuando los talibanes negociaron un acuerdo de paz con Estados Unidos en “hoteles elegantes” en Doha, Qatar, y según ellos, de esta manera traicionaron los objetivos de la yihad.

Sin embargo, aunque parezca que estos dos grupos son enemigos, tienen una conexión en común: hablamos de un tercer grupo “Haqqani”. Este grupo fue formado por Jalaluddin Haqqani, quien se hizo conocido en la década de 1980 como héroe de la yihad antisoviética y se le consideraba un recurso valioso de la CIA en aquel entonces. Posteriormente se alió con los talibanes que tomaron el poder en Afganistán en 1996 y sirvió como ministro del régimen islamista hasta que fue depuesto en 2001 por una coalición encabezada por Estados Unidos.

Actualmente el líder de esa red, Khalil Haqqani, está ahora a cargo de la seguridad en Kabul.

Más allá de las diferencias que puedan existir entre estos grupos, el mensaje de ISIS-K quedo bastante claro “muerte, destrucción y terror”, siendo de esta manera una amenaza real que tienen que enfrentar tanto el personal militar estadounidense y sus aliados como la población inocente afgana.

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Observatorio Universitario de Terrorismo
El Observatorio Universitario de Terrorismo se presenta como un espacio que aspira a fomentar el análisis del terrorismo; a abrir el debate y la reflexión sobre el fenómeno en los claustros universitarios y, también, a instalarlo en los medios de comunicación. Se trata de un equipo interdisciplinario de más de treinta personas, entre estudiantes y jóvenes egresados. Se enmarca en el Departamento de Seguridad y Defensa del Instituto de Relaciones Internacionales (IRI) de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP) y es parte también del seno del Consejo Federal de Estudios Internacionales (CoFEI). Está dirigido por la Mg. Patricia Kreibohm y coordinado por la Lic. Jessica Petrino. Consultas: out@iri.edu.ar | Redes (Facebook, Twitter, Instagram, Linkedin) @outerrorismo

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