El pasado miércoles, Bielorrusia anuló el permiso para el nombramiento de la embajadora estadounidense en el país y ordenó que se redujera el personal de la embajada. La represalia surge luego de que Washington, este lunes, impusiera nuevas sanciones a Bielorrusia. 

Anatoly Glaz, portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores de Bielorrusia, dijo en un comunicado que “se sugirió a la parte estadounidense reducir el número de empleados en su embajada de Minsk a cinco personas antes del 1 de septiembre”. 

Las sanciones norteamericanas apuntan hacia el gigante productor de potasa bielorruso, una de las principales fuentes de ingresos para el país. Además, también fueron dirigidas al Comité Olímpico Nacional de Bielorrusia y otras 15 empresas privadas vinculadas con diversas autoridades. 

Bielorrusia también revocó su consentimiento para el nombramiento de Julie Fisher como embajadora de Estados Unidos en el ex país soviético, y Glaz denunció el accionar de Estados Unidos como “flagrante y abiertamente hostil”. 

Aunque se aceptó el nombramiento de Fisher en 2008, nunca se le otorgó una visa de entrada, y por esa razón la embajadora permaneció en Lituania. Allí mantiene gran contacto con Sviatlana Tsikhanouskaya, gran opositora del régimen del presidente Lukashenko. 

Frente al accionar bielorruso, el portavoz del Departamento de Estado Ned Price, afirmó que  “las autoridades bielorrusas son responsables del deterioro de las relaciones entre EEUU y Bielorrusia a través de la represión implacable contra sus ciudadanos”. 

También señaló que se han dirigido a grupos cívicos, medios de comunicación, atletas, estudiantes y profesiones legales, entre otros. 

Las medidas ocurren un año después de las elecciones llevadas a cabo en Bielorrusia, donde Lukashenko, actual presidente desde hace casi tres décadas, afirmó haber ganado otro mandato presidencial con sospechosos resultados. 

Desde Estados Unidos se han emitido varias declaraciones sobre “el aniversario de la fraudulenta elección presidencial bielorrusa” con el objetivo de rendir cuentas al régimen de Lukashenko. 

Asimismo, países como Gran Bretaña y Canadá comparten la postura estadounidense y también impusieron nuevas sanciones a Bielorrusia. 

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Redacción
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