Los presidentes de Rusia y Bielorrusia, Vladímir Putin y Alexánder Lukashenko, se reunieron ayer en el balneario de Sochi, a orillas del mar Negro, subieron luego a esquiar a la montaña e intercambiaron puntos de vista en relación con las sanciones que la Unión Europea y Estados Unidos aplican contra sus respectivos países por reprimir protestas y encarcelar a opositores.
El Kremlin extendió su apoyo económico y político al mandatario de Bielurrisa después de su reelección en agosto. Posterior a los comicios se desencadenó una ola de protestas consideradas como las “más grandes y sostenidas en la historia del país”. En septiembre, Putin le otorgó un préstamo de 1.500 millones de dólares a su vecino para paliar las consecuencias económicas y políticas de la cuestionada elección en Bielorrusia.
“Estoy muy agradecido por la ayuda que brindan a la economía bielorrusa. Debo informarles que esto no es en vano y que el dinero no se ha tirado al viento” expresó el presidente a Putin.
Ambos presidentes constataron que Rusia sigue siendo el primer socio comercial de Bielorrusia, cuyo 50 por ciento del Producto Interior Bruto depende enteramente de las inversiones rusas. Putin subrayó que su país ha invertido hasta ahora en la economía bielorrusa «más de 4.000 millones de dólares».