El segundo juicio político al expresidente estadounidense Donald Trump arrancó este martes en un Senado totalmente dividido, el cual una hora después aprobó la constitucionalidad del “Impeachment” con 44 votos en contra y 56 a favor, tan solo 6 de ellos de senadores republicanos. Esa votación sirve de termómetro sobre el probable desenlace en absolución del “impeachment”, ya que para condenar a Trump se necesitan 67 votos, al menos 17 de ellos de republicanos. 

Hoy comienzan los alegatos y presentaciones de la defensa y la fiscalía. Para comprender mejor la situación del Estado del norte el equipo de Escenario Mundial dialogó con Agustina Alonso una especialista sobre política norteamericana. 

Agustina Alonso es Licenciada en Ciencia Política especializada en Relaciones Internacionales por la Universidad de Buenos Aires. Especialista en Política Estadounidense. Asesora consultiva de Relaciones Internacionales para la Universidad Nacional Mayor San Marcos de Perú. Investigadora de Política Exterior y Coordinadora del Observatorio de Política Internacional del Centro de Estudios de Política Internacional de la Universidad de Buenos Aires. 

A continuación la entrevista:

¿Cómo se le puede explicar a alguien ajeno a la política norteamericana los pasos para llegar a esta situación? ¿Qué cargos se le imputan al expresidente norteamericano para enfrentar un proceso de juicio político? 

Primero cabe mencionar que Donald Trump es el único presidente de Estados Unidos que se enfrenta dos veces -y en el lapso de un año- a un juicio político de los cuatro que tiene la historia política de este país. Por lo tanto, llegar a esta situación no es fácil y es claramente una excepcionalidad. 

Para cualquier persona que esté ajena a la política estadounidense, le explicamos que la posibilidad de impeachment o proceso de destitución a cualquier servidor público está consagrada en el primer artículo de la Constitución de este país desde la aprobación de la misma. El proceso se puede impulsar por varios motivos: traición al país, soborno u otros delitos graves. En el caso de Trump: se le adjudicó abuso de poder y obstrucción al Congreso (en el primer impeachment) e incitación a la violencia (en el segundo). 

Los pasos a seguir para su desarrollo son los siguientes: primero cualquier miembro de la Cámara de Representantes (House of Representatives) debe presentar formalmente el pedido de juicio político al mandatario si lo considera culpable de los motivos que nombré anteriormente. Luego, se evalúa mediante mayoría simple (51%) la aprobación de dicho pedido y, en tercera instancia, pasa al Senado donde comienza el juicio. El juicio está conformado por: el presidente de la Corte Suprema (en esta oportunidad, lo presidirá un senador demócrata, Patrick Leahy), los miembros de la Cámara de Representantes que ofician como fiscales, los senadores que ofician como jurado y los abogados defensores del presidente (o ex, en este caso). Luego de las exposiciones, el Senado debe votar y alcanzar dos tercios del total (sesenta y siete votos de un total de cien senadores) para declarar culpable al acusado. 

En el caso del primer impeachment, los demócratas consiguieron la mayoría en el Congreso y lograron que el pedido llegara al Senado. En el Senado, este juicio basado en una llamada telefónica donde Trump le pedía a su homólogo ucraniano conseguir información perjudicial sobre el hijo de Joe Biden con el objetivo de difamarlo, no llegó a conseguir la mayoría requerida y, además, contó con el apoyo de solo un representante republicano: Mitt Romney.

En el caso de este segundo impeachment, la mayoría demócrata contó con representantes republicanos que apoyaron esta medida. Las acusaciones son muy diferentes entre un juicio y el otro. En este segundo juicio, la acusación de incitación a la violencia y a la insurrección fue ante los ojos de todos. No dejó lugar a interpretaciones. El asalto al Capitolio el pasado 6 de enero no fue algo que sucedió a “puertas cerradas” sino que lo vio el mundo entero exponiendo la esencia anti democrática de los simpatizantes de Trump y el apoyo que el ex presidente les comunicó en las declaraciones de ese día. Creo que este segundo impeachment debiera ser inflexible respecto a la importancia de los valores democráticos y, al mismo tiempo, es contraproducente para un gobierno que recién empieza y que debe gobernar para todos advirtiendo que estos movimientos de derecha dispuestos a “tomar las armas” van en alza. 

¿Qué implica que Donald Trump se convierta en el primer presidente de los Estados Unidos en pasar por dos procesos de juicio político? ¿Por qué se le realiza posterior a la finalización de su mandato? 

Esta es una pregunta fundamental. Desde lo fáctico, la consecuencia de un juicio político es la destitución de un presidente en ejercicio. En este caso, si Trump resulta condenado se procederá a una votación para inhibirlo de presentarse a futuros cargos electorales. Esta votación sería por mayoría simple, por lo tanto, alcanzaría con los cincuenta votos demócratas existentes más el voto de desempate de la actual vicepresidenta, Kamala Harris. De ser así, este impeachment terminaría con la carrera política de Donald Trump. ¿Eso significa el final de Donald Trump en la agenda política? Por supuesto que no. Trump va a encontrar la manera de seguir vigente. En lo personal, considero que un juicio político que condene a Trump no va a fortalecer la democracia ni va a hacer que -mágicamente- aquellos descreídos de las instituciones vuelvan a creer. Desgraciadamente, auguro que va a enfervorizarlos y a reafirmar sus pensamientos persecutorios. 

Durante el debate en el Congreso muchos legisladores republicanos sostuvieron la idea de que esta medida profundiza las divisiones del país, pero, la lectura que podemos hacer de ello es que ninguno proclamó que su oposición a la medida era en nombre de la inocencia de Donald Trump.

¿Qué rol juegan los partidos tanto el republicano -que fue la fuerza que representó Trump- y los demócratas que son los que sostienen la denuncia contra Trump? 

Un rol importantísimo. El bipartidismo en Estados Unidos está igual de vigente que siempre. No comparto la idea de muchos colegas que sostienen que el paso de Trump va a dejarle consecuencias al Partido Republicano. El Partido Republicano se va a rearmar perfectamente sin Trump. En el último año se vio como le fueron “soltando la mano” incluso antes de los resultados electorales. En su momento, en las elecciones del 2016, ni Trump se sentía representado por el Partido ni el Partido veía sus valores reflejados en Trump, igualmente se usaron, ganaron una elección y sabíamos que llegado el momento ese lazo se iba a romper. En este juicio, diez representantes republicanos votaron a favor de la destitución en el Congreso y, abiertamente, cinco senadores del mismo partido se mostraron a favor de la condena. Este número no alcanzaría para la sentencia -ya que faltarían 12 votos- pero, lo que sí advierto es que el Partido Republicano continúa el camino de despegarse de Trump y, probablemente, se vuelque más hacia la derecha buscando captar ese sector del electorado fervientemente anti demócrata que, por ahora, queda huérfano. Y digo “por ahora” porque, así como aparecen nuevos cuadros demócratas pertenecientes a disidencias y a minorías, el partido republicano también presenta sus cuadros jóvenes que -sorpresivamente o no- son cada vez más conservadores. Sorpresivamente quizás para aquellos que asocian la juventud con lo revolucionario o con lo disruptivo, pero no es una sorpresa para aquellos que venimos viendo fortalecerse estos movimientos de derecha desde edades tempranas, lo vimos en Argentina -con el debate sobre la Ley de Interrupción Legal del Embarazo, por ejemplo- y lo vemos en Estados Unidos. 

Respecto al Partido Demócrata, observo mucho entusiasmo por revertir inmediatamente todas las políticas de Trump. Veo la emergencia de los cuadros más jóvenes por obtener nuevos e históricos derechos y sancionar leyes que suenan excelentes al oído, pero son utópicas a la hora de pensar su ejecución en el corto plazo. 

Creo que, puertas adentro, ambos partidos enfrentan el mismo desafío: renovación versus status quo.

Donald Trump puede sufrir una derrota al momento de juzgarlo, ¿a qué consecuencias se enfrenta en caso que se apruebe el impeachment

En principio, insinúo que la consecuencia que más le dolería es el golpe a su propio ego. Trump se despidió prometiendo “volver”, aún no sabemos de qué manera ni si su edad avanzada se lo permitirá, pero sí sabemos que para su personalidad megalómana sería fatal que la justicia determine el fin de su carrera política. También perdería todos los beneficios de ex mandatario, como pensiones y seguros, pero serían pérdidas menores en comparación con no poder acceder nunca más a un cargo electivo.

Muchos sostienen que este impeachment es diferente, que en este caso no estamos frente a un duelo partidario sino frente a la defensa de la democracia. Y que, además, Donald Trump ya no cuenta con el apoyo monolítico del Partido Republicano. Yo considero que lo sucedido el pasado 6 de enero debe ser sancionado y repudiado sin darle un carácter aleccionador porque esta actitud podría fortalecer el movimiento anti establishment que apoya a Donald Trump y acarrear más violencia.

¿Cómo influye que haya un proceso de juicio en medio de la asunción de una nueva administración en la Casa Blanca? ¿Le puede jugar a favor o en contra a Joe Biden?

Considero que en contra. 

La línea principal del discurso de Biden en campaña fue conciliadora y perseverante en la idea de unir a los estadounidenses. El proceso del impeachment, resulte como resulte, favorece el discurso de persecución política que sostiene Trump y la -casi- mitad de la población que lo votó. La administración Biden enfrenta un desafío mucho mayor: la pandemia y, de la mano de la misma, la crisis económica. Si el objetivo de Biden es restaurar la confianza de los estadounidenses en las instituciones sería conveniente que este juicio se suceda lo más rápido posible para que la opinión pública no quede estancada en esta temática y Biden pueda proceder con su agenda prioritaria: salud y economía.

Como mencionás, Donald Trump en sus últimas palabras prometió volver, sin hacer futurología y en caso de salir inocente en el proceso ¿se puede pensar en un Donald Trump candidato de vuelta en el 2023? 

Se puede pensar cualquier cosa respecto a Trump. De salir inocente en el proceso, va a continuar reforzando su peligroso mensaje que enarbola la bandera de la anti política, de la mano de las acusaciones de fraude, de desconfianza a las instituciones y de outsider. No advierto que el verdadero peligro este en una nueva candidatura de Trump porque los acontecimientos pasados en el Capitolio nos muestran que el Trumpismo o el movimiento “America First” va más allá del personalismo o de un liderazgo carismático. El movimiento supremacista blanco de Estados Unidos encontró un representante en Trump, mañana puede encontrar otro. 

Por lo tanto y, en conclusión, me preocupa mucho más el ascenso y la gran adhesión que tienen líderes con discursos de derecha, anti democráticos, anti ciencia, anti vacunas, anti cambio climático, entre otras características muy peligrosas, en un electorado que ya no es homogéneo ni localizable de manera determinante en ciertos sectores.

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Redacción
Equipo de redacción de Escenario Mundial. Contacto: info@escenariointernacional.com

1 COMENTARIO

  1. Respeto tu opinion , pero no la comparto. Hace ya 11 años que vivo en USA y el Presidente Trump fue lo mejor que le pudo haber pasado a un sistema político totalmente corrupto y elitista como lo es el norteamericano. Ahora un poco de curioso pero usted está radicada en USA licenciada ? .

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