La policía antidisturbios rusa disolvió las protestas del día domingo en apoyo a Alexnei Navalny, crítico y opositor de Putin y el Kremlin, con un saldo de más de 5.000 detenidos en todo el país que desafiaron la autoridad pidiendo la liberación de Navalny.
El opositor se encuentra arrestado desde el pasado 17 de enero, después de regresar a Moscú desde Alemania, donde se estaba recuperando de una intoxicación por un agente nervioso en Rusia el verano pasado. Acusa al presidente Vladimir Putin de ordenar su asesinato, lo que el gobierno niega. En las principales ciudades del país se vio un gran despliegue policial para desbaratar las manifestaciones que lograron acumular a miles de simpatizantes pro Navalny en las calles pidiendo su libertad y un cambio de régimen político. En los últimos meses el opositor se transformó en una bandera para la lucha con respecto a cambios estructurales en Rusia.
En las protestas más importantes en una década se enfrentaron las fuerzas de seguridad contra la multitud que están acusados de “asistir o convocar una manifestación no autorizada” acción que está penada en la ley rusa y “atentar a la salud pública por la posible propagación del COVID-19” manifestó la policía. Para la efectividad de las mismas se cerraron los principales accesos de las ciudades de referencia como Moscú y San Petersburgo, se bloquearon los metros y medios de transportes y se propusieron controles y restricciones con respecto al esparcimiento de la población.
El nuevo secretario de Estado de los Estados Unidos, Antony Blinken, condenó “el uso persistente de tácticas duras contra manifestantes pacíficos y periodistas”. A lo que se le sumó el pedido de liberación de Navalny y otros partidarios de la oposición. El Secretario de Relaciones Exteriores del Reino Unido, Dominic Raab, acusó a las autoridades rusas de detener personas “simplementes por expresar su disidencia” y agregó “Condenamos la detención indiscriminada y arbitraria por parte de las autoridades rusas de manifestantes y periodistas”