Australia y Papúa Nueva Guinea firmaron un histórico tratado de defensa que marca una nueva etapa en la arquitectura de seguridad del Pacífico, generando preocupación en China. El acuerdo, que establece una obligación de defensa mutua en caso de agresión, convierte a Papúa Nueva Guinea, excolonia australiana y socio clave en el Pacífico Sur, en el nuevo aliado estratégico de Canberra. Mientras ambos gobiernos destacan el pacto como un compromiso de cooperación y estabilidad regional, Pekín advirtió que el tratado “no debe excluir a terceros ni socavar sus intereses legítimos”, en clara referencia a su creciente influencia en la región.
El nuevo anillo de seguridad australiano
El tratado de defensa Australia–Papúa Nueva Guinea, firmado por el primer ministro Anthony Albanese y su homólogo James Marape, establece un compromiso sin precedentes de cooperación militar y defensa mutua. Se trata del único pacto de nivel de alianza de Australia además del histórico Tratado ANZUS con Estados Unidos y Nueva Zelanda. Una vez ratificado por ambos parlamentos, permitirá la integración operativa de las fuerzas armadas, el intercambio de inteligencia y la coordinación de ejercicios conjuntos.

Para Canberra, el acuerdo simboliza un paso decisivo en la construcción de un bloque defensivo oceánico frente a la expansión china, consolidando su liderazgo regional tras años de diplomacia de infraestructura y seguridad con las islas del Pacífico. El pacto llega en un contexto de creciente competencia por la influencia en el Indo-Pacífico, donde China busca afianzar su presencia mediante acuerdos de seguridad, entrenamiento policial y asistencia económica. Desde que Pekín firmó un tratado con las Islas Salomón en 2022, Australia y Estados Unidos intensificaron sus vínculos con las naciones insulares, temiendo la posible instalación de una base naval china en el Pacífico Sur.
Setenta años después, Australia revive su doctrina de alianzas
El nuevo tratado de defensa entre Australia y Papúa Nueva Guinea revive una lógica de alianzas que se remonta al Tratado ANZUS de 1951, firmado por Australia, Nueva Zelanda y Estados Unidos para proteger la seguridad del Pacífico durante la Guerra Fría. En aquel momento, Canberra y Wellington se sentían vulnerables tras la caída de Singapur y los ataques japoneses de 1942, y desconfiaban de que el Reino Unido pudiera garantizar su defensa. El ANZUS consolidó a Washington como el garante del orden regional y marcó el inicio de la dependencia estratégica australiana de sus alianzas frente a amenazas externas, primero el expansionismo japonés y luego el avance comunista en Asia.

Hoy, más de siete décadas después, el pacto con Papúa Nueva Guinea refleja la misma filosofía de seguridad compartida ante un poder emergente. Así como el temor a la expansión soviética impulsó el ANZUS, la creciente influencia de China en el Pacífico motiva a Canberra a tejer una red de compromisos bilaterales y multilaterales para contener su proyección marítima y diplomática. Desde 2022, cuando Pekín firmó su acuerdo de seguridad con las Islas Salomón, Australia ha redoblado esfuerzos por fortalecer sus alianzas en el entorno insular, replicando el patrón de la posguerra: convertir la cooperación militar en instrumento de equilibrio regional.
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