Crece la tensión en el Gobierno de Venezuela tras la creciente escalada de presión ejercida por la administración de Donald Trump. Fuentes cercanas al entorno de Nicolás Maduro, citadas desde El País, afirman que “nunca habíamos vivido una situación parecida. Hay mucho desconcierto” ante las señales de fuerza militar, diplomática y mediática que llegan desde Estados Unidos.

En los últimos días, Trump anunció el hundimiento de una embarcación que habría partido desde costas venezolanas, acusando tráfico de drogas vinculados al régimen. Además, un exfuncionario estadounidense publicó un mensaje provocador dirigido al piloto presidencial, Bitner Javier Villegas, insinuando que existiría un acuerdo oculto entre él y autoridades de Estados Unidos. El mensaje acompañaba imágenes del piloto con sus insignias militares. Estas acciones, aunque simbólicas, contribuyen a reforzar la percepción de hostilidad hacia el gobierno chavista.
Pero Maduro respondió con cautela: en una carta dirigida a Trump tras el primer ataque reportado, expresó su deseo de diálogo y calificó los ataques como producto de noticias falsas, solicitando que las conversaciones continúen por medio de su enviado especial, Richard Grenell. Internamente, el chavismo atraviesa un clima de paranoia y rumores persistentes.

En este sentido, a través de redes y medios locales se habla de deserciones en las Fuerzas Armadas, de negociaciones entre el círculo cercano de Maduro con Estados Unidos para entregarlo, e incluso de un proceso de transición inmediata. Mientras tanto, se observa un despliegue militar más visible: maniobras en el Caribe venezolano, exhibiciones públicas de armas y discursos de movilización.
Venezuela anunció recientemente ejercicios militares importantes bajo el nombre “Caribe Soberano 200”, con participación de buques, aeronaves y miles de efectivos. Desde Washington, Trump reforzó su retórica de mano dura. El 2 de septiembre ordenó un ataque aéreo contra una lancha acusada de transportar drogas desde Venezuela, que según él dejó 11 muertos.
Posteriormente, el mandatario republicano aseguró que hubo nuevos ataques contra embarcaciones sospechosas y también desplegó una flota naval en el Caribe, con destructores y submarinos, con el objetivo declarado de combatir el narcotráfico. Venezuela condenó estas acciones como una guerra no declarada y una provocación directa contra su soberanía.
Venezuela juega, en simultáneo, tres cartas con Estados Unidos
Ante este escenario, el chavismo parece estar operando sobre tres ejes. Primero, reforzar el control interno vigilando posibles traiciones en las filas. Segundo, movilizar a militantes, milicianos y comunidades populares para mostrar músculo político-militar. Tercero, recalcar que el diálogo sigue siendo la vía preferida por Maduro, aunque esa puerta parece menos clara que antes: “No hay un canal de comunicación abierto ahora mismo con la gente de Trump”, admite a El País un informante vinculado al régimen.

El desenlace de esta escalada dependerá de, primero, si Estados Unidos decide extender acciones militares más allá de las aguas internacionales, incrementando el riesgo de un conflicto directo. Y segundo, si Venezuela cede, pero eso significaría que podría perder legitimidad interna.
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