Los líderes de Armenia y Azerbaiyán firmaron el pasado viernes 8 de agosto, en la Casa Blanca, un histórico acuerdo de paz auspiciado por el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, con el objetivo de poner fin a casi cuatro décadas de enfrentamientos en el Cáucaso Sur. El documento establece un compromiso de cese permanente de las hostilidades, apertura del comercio y los viajes, restablecimiento de relaciones diplomáticas y respeto mutuo de la soberanía e integridad territorial.

“Armenia y Azerbaiyán se comprometen a detener todos los combates para siempre, abrir el comercio, los viajes y las relaciones diplomáticas, y respetar la soberanía y la integridad territorial del otro”, declaró Trump, flanqueado por el primer ministro armenio, Nikol Pashinián, y el presidente azerbaiyano, Ilham Aliyev. “Tendrán una muy buena relación. Si no, llámenme y lo arreglaré”, añadió el mandatario.
Uno de los puntos centrales del pacto es la creación de la denominada Ruta de Trump para la Paz y la Prosperidad Internacional (TRIPP), un corredor de unos 43 kilómetros a través de territorio armenio que conectará Azerbaiyán con su enclave de Najicheván. Aunque el control legal de la franja seguirá siendo armenio, Estados Unidos tendrá los derechos de desarrollo de esta ruta estratégica, antes conocida como Corredor de Zanguezur.
Estados Unidos se posiciona como un actor clave tras el acuerdo entre Armenia y Azerbaiyán
Según la Casa Blanca, esta vía servirá como eje para el tránsito comercial sin obstáculos y el impulso de la integración regional. En este sentido, el acuerdo incluye también convenios bilaterales entre Estados Unidos y cada país en áreas de cooperación económica, desarrollo energético e infraestructura, en un intento de fomentar la estabilidad y la prosperidad en una región que, por décadas, fue escenario de tensiones bélicas. Washington se posiciona así como un actor de peso en un tablero geopolítico tradicionalmente dominado por Rusia, Turquía e Irán.

El conflicto entre Armenia y Azerbaiyán se remonta a finales de los años 80, cuando la región de Nagorno Karabaj —de población mayoritariamente armenia, pero ubicada dentro de las fronteras reconocidas de Azerbaiyán— declaró su separación con apoyo de Ereván. Tras la Primera Guerra de Nagorno Karabaj, un alto el fuego en 1994 dejó congelado el enfrentamiento, que volvió a estallar en 2020 durante la Segunda Guerra de Nagorno Karabaj. Desde entonces, múltiples intentos de negociación fracasaron hasta este nuevo pacto, que las partes describen como “una oportunidad histórica” para cerrar uno de los conflictos más antiguos de la ex URSS.
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