La filtración de un documento del Servicio Federal de Seguridad de Rusia (FSB) ha revelado una creciente preocupación para Moscú, puntualmente porque teme que China pueda anexionar parte de su región del Extremo Oriente, incluyendo Vladivostok. La información fue obtenida por el periódico The New York Times, revelando que las agencias rusas consideran a Pekín una amenaza para su seguridad nacional pese a las buenas relaciones bilaterales.

Créditos: Tatiana Meel/Reuters
Históricamente, la relación entre ambos países estuvo marcada por disputas territoriales. En este contexto, el documento reaviva ciertos reclamos sobre regiones cedidas a Rusia mediante tratados del siglo XIX, especialmente aquellas a lo largo de los ríos Amur y Ussuri. Esto se suma a las acciones tomadas por China en 2023, cuando el Ministerio de Recursos Naturales ordenó el uso de nombres chinos en los nuevos mapas oficiales, como un esfuerzo para reforzar sus “reivindicaciones históricas”.
Además de la cuestión territorial, los servicios de inteligencia rusos alertan sobre el interés de Pekín en el Ártico y la Ruta Marítima Septentrional. En cierto punto, China ha aumentado su presencia en esta parte del mundo, generando inquietudes en Moscú sobre un posible avance estratégico que choca con sus intereses nacionales.
¿Una relación en crisis?
Según el Times, el documento filtrado “ofrece la visión más detallada entre bastidores hasta la fecha del pensamiento de la contrainteligencia rusa sobre China”. Puntualmente, porque describe “una batalla de inteligencia ‘tensa y en dinámico desarrollo’ en las sombras entre las dos naciones exteriormente amigas.”
Técnicamente, el FSB se refería a China en el documento como “el enemigo” y como una grave amenaza para la seguridad nacional rusa. A estas observaciones se suma que el FSB cree que la inteligencia china está reclutando espías rusos y recopilando información sobre las operaciones de Rusia en Ucrania para “conocer mejor la tecnología y la guerra occidentales”.

Crédito: Sergey Pivovarov/Reuters
De ser ciertos, estos supuestos podrían poner en jaque la tan ferviente relación entre China y Rusia. El lazo bilateral se ha fortalecido desde el inicio de la guerra en Ucrania, tanto económica como diplomáticamente.
Sin embargo, el documento expone los temores de Moscú sobre las verdaderas intenciones de Pekín, lo que podría generar un cambio en la percepción de la relación y, por ende, una evolución hacia una dinámica más compleja. Por ahora, Rusia mantiene el discurso de unidad con China, pero la filtración del FSB confirma que la confianza entre ambos gobiernos podría no ser tan absoluta como profesan.
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