El Ministerio de Defensa de Finlandia denunció que un avión militar ruso habría ingresado ilegalmente a su espacio aéreo el 10 de junio, en las proximidades de Porvoo, una ciudad costera ubicada a unos 50 kilómetros al este de Helsinki. Se trata de la segunda incursión de este tipo en menos de tres semanas, lo que eleva la preocupación en torno a la seguridad del Báltico y la creciente presión militar rusa sobre los países limítrofes.

Ante el incidente, el ministro de Defensa, Antti Hakkanen, informó que se inició de inmediato una investigación formal, encabezada por la Guardia Fronteriza finlandesa, que brindará más detalles a medida que avance el análisis técnico del caso.

A raíz de esta nueva infracción, el Ministerio de Asuntos Exteriores de Finlandia convocó al jefe de misión interino de la embajada rusa en Helsinki. La cartera diplomática expresó oficialmente su protesta y exigió explicaciones a Moscú, que hasta el momento no ha emitido una respuesta pública.

Este nuevo episodio se suma a la violación del espacio aéreo finlandés ocurrida el pasado 22 de mayo, cuando dos aeronaves militares rusas incursionaron en la misma zona. Aquel hecho motivó la convocatoria del embajador ruso el 26 de mayo, lo que marca un patrón reiterado de provocaciones aéreas por parte del Kremlin en la región.

Un patrón de riesgo creciente en el flanco noreste de la Alianza

Los incidentes protagonizados por aeronaves rusas —frecuentemente lanzadas desde el enclave de Kaliningrado— responden a una estrategia ya conocida por la OTAN: vuelos sin planes de navegación, sin contacto con el control de tráfico aéreo y con transpondedores apagados. Estas maniobras han sido calificadas por funcionarios de la Alianza Atlántica como de “alto riesgo”, por su potencial desestabilizador y por incrementar el peligro de colisiones o escaladas involuntarias.

La tensión en el Mar Báltico se ha incrementado notablemente desde la invasión rusa a Ucrania en febrero de 2022. Desde entonces, se han registrado numerosos daños a infraestructura crítica, como cables submarinos, enlaces de telecomunicaciones y gasoductos. En este contexto, la OTAN ha reforzado su presencia regional con fragatas, aviones de patrullaje y sistemas de vigilancia no tripulados.

Además, países como Polonia, Estonia, Letonia y Lituania han tomado medidas excepcionales para robustecer sus fronteras con Rusia y Bielorrusia, incluso avanzando en la denuncia de tratados internacionales como el que prohíbe las minas terrestres. Estas acciones responden a la percepción de una amenaza latente de conflicto directo en el corto o mediano plazo.

Finlandia y la nueva frontera de la OTAN

Desde su adhesión a la OTAN en abril de 2023, Finlandia ha emergido como un nuevo pilar estratégico de la Alianza en el norte europeo, compartiendo una frontera terrestre de más de 1.300 kilómetros con Rusia. Con esta incorporación, el perímetro defensivo de la OTAN se expandió significativamente, lo que generó advertencias por parte de Moscú sobre un supuesto “desbalance estratégico” en la región.

En mayo pasado, imágenes satelitales analizadas por el New York Times mostraron una posible expansión de instalaciones militares rusas cerca del límite con Finlandia, en aparente preparación para un futuro escenario de mayor confrontación. Las autoridades finlandesas no descartan que, una vez finalizado el conflicto en Ucrania, Rusia inicie un despliegue militar sostenido sobre su frontera común.

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*Imágenes empleadas a modo ilustrativo

Redacción
Equipo de redacción de Escenario Mundial. Contacto: info@escenariointernacional.com

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