El secretario de Defensa de Estados Unidos, Pete Hegseth, anunció que el próximo presupuesto de defensa para 2026 incluirá una reducción significativa en los fondos destinados a la ayuda militar a Ucrania. La medida, confirmada durante una comparecencia ante legisladores estadounidenses y reportada por la agencia AP, representa un giro estratégico en la postura de Washington hacia el conflicto en Europa del Este.

“La reducción forma parte de este presupuesto”, explicó Hegseth ante el Congreso: “Esta administración tiene una visión muy diferente de este conflicto. Creemos que una solución pacífica mediante negociaciones es lo que mejor conviene a ambas partes y a nuestro país, especialmente si se consideran los múltiples intereses en juego a nivel global”.

Según datos de AP, Estados Unidos ha canalizado más de 66.000 millones de dólares en asistencia a Ucrania desde el inicio de la invasión rusa en febrero de 2022, incluyendo armamento pesado, municiones, entrenamiento y apoyo logístico. No obstante, el nuevo enfoque presupuestario refleja un cambio de prioridades en la política exterior y de defensa de la administración actual.

Riesgo para las capacidades defensivas de Ucrania

La posible reducción de recursos afecta directamente el suministro de sistemas de defensa aérea, considerados vitales para la protección de ciudades e infraestructuras críticas ucranianas frente a los incesantes ataques con misiles y drones por parte de Rusia. Estos sistemas, entre los que se encuentran unidades Patriot, NASAMS y misiles IRIS-T, han sido fundamentales para limitar el impacto de la campaña aérea rusa.

De concretarse el recorte, Ucrania podría enfrentar dificultades crecientes para mantener su cobertura antiaérea en un momento en que Moscú intensifica sus ataques contra centrales eléctricas, depósitos de armas y nodos logísticos.

Funcionarios ucranianos han advertido previamente que una interrupción o ralentización en la entrega de interceptores y radares dejaría expuestos sectores estratégicos del país.

La decisión también genera incertidumbre entre los aliados europeos, que han aumentado su contribución militar en los últimos meses, en parte para compensar los retrasos en los paquetes de asistencia estadounidenses. Algunos analistas temen que el debilitamiento del apoyo de Washington pueda desestabilizar la unidad occidental frente a la agresión rusa.

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Redacción
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