El portaaviones chino CNS Liaoning ingresó en la zona económica exclusiva (ZEE) más oriental de Japón, en una nueva maniobra que profundiza las tensiones geopolíticas en el Indo-Pacífico. La operación tuvo lugar el pasado fin de semana, a unos 300 kilómetros al suroeste de Minamitorishima (Isla Marcus), un remoto atolón coralino que, pese a su minúscula superficie, posee un valor estratégico central para Tokio.

El Ministerio de Defensa japonés confirmó que el portaaviones, escoltado por dos cruceros lanzamisiles y un buque de apoyo logístico, fue detectado operando en aguas internacionales dentro de la ZEE japonesa el sábado por la tarde. Al día siguiente, se registraron despegues y aterrizajes de aeronaves desde la cubierta del Liaoning, lo que representa un hito inédito en los registros de actividad naval china en la región. La vigilancia fue llevada adelante por el destructor JS Haguro, basado en Sasebo.

Según informó el medio Stars and Stripes en base a fuentes del Estado Mayor Conjunto japonés, esta es la primera vez que se registra al portaaviones chino llevando a cabo actividades al este de Iwo Jima, lo que supone un cambio cualitativo en la estrategia de proyección marítima del gigante asiático. El Liaoning ya había sido avistado en mayo navegando por el Mar de China Oriental y luego atravesando el estrecho de Miyako en dirección al Pacífico occidental, donde realizó operaciones aéreas del 27 al 29 de ese mes.

Minamitorishima, pese a contar con apenas medio kilómetro cuadrado de superficie, habilita una ZEE de más de 430.000 km² rica en minerales estratégicos. De acuerdo con el sitio del Gobierno Metropolitano de Tokio, la zona es clave para el acceso a tierras raras, vitales para industrias tecnológicas y de defensa. Según la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar, las ZEE permiten a los Estados ejercer derechos especiales de explotación, aunque sin constituir soberanía plena.

En paralelo, y como parte de un patrón más amplio, Japón ya había alertado días antes sobre la presencia de otros buques de guerra chinos en sus proximidades. El 6 de junio, el destructor Tipo 055 CNS Lhasa y la fragata CNS Weifang cruzaron el estrecho de Osumi, mientras que otras unidades, entre ellas la fragata CNS Yantai y el buque de reabastecimiento CNS Kekexilihu, transitaron el estrecho de Miyako.

De acuerdo con las Fuerzas de Autodefensa Marítima de Japón, estos movimientos reiterados exponen “los desafíos a la seguridad regional” que plantea el uso libre de los océanos por parte de potencias con intereses divergentes. En ese sentido, Japón enfatizó su política de vigilancia permanente para proteger el tránsito seguro en su entorno marítimo.

Desde la perspectiva china, el despliegue se inscribe en una serie de entrenamientos rutinarios que no apuntan contra un país en particular, según declaró el portavoz del Ministerio de Defensa, Zhang Xiaogang. Sin embargo, refleja cómo las capacidades navales de Beijing se extienden cada vez más cerca de Japón, Taiwán y Filipinas.

Este tipo de maniobras evidencia la creciente ambición de China por consolidar una armada de aguas azules (“blue-water navy”) que le permita operar más allá de la llamada Primera Cadena de Islas. Esta línea de defensa virtual —que comprende a Japón, Taiwán y Filipinas— es considerada por Washington y sus aliados como un límite estratégico para contener la expansión china hacia el Pacífico.

Con más de 370 buques activos, la Armada china es actualmente la más numerosa del mundo. Su presencia cada vez más frecuente en puntos sensibles del Indo-Pacífico plantea desafíos crecientes para la arquitectura de seguridad regional liderada por Estados Unidos y Japón.

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Redacción
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