La primera visita oficial del almirante Alvin Holsey a Brasil desde que asumió el mando del Comando Sur de Estados Unidos dejó entrever fricciones en el vínculo militar entre ambos países. La agenda, desarrollada en Brasilia durante la semana del 19 de mayo, fue recibida con incomodidad por parte de las Fuerzas Armadas brasileñas, tanto por la planificación de actividades poco convencionales como por la escasa asistencia a una cena protocolar ofrecida por la delegación estadounidense.

Pese a tratarse de la visita militar estadounidense de mayor jerarquía desde el regreso de Donald Trump a la presidencia en enero, la instancia no logró transmitir una señal clara de revitalización del vínculo estratégico.
Controversia por la propuesta de visitar una base en la frontera amazónica
Uno de los principales focos de tensión surgió a raíz de la intención del Comando Sur de realizar una visita a la base del 4.º Batallón de Infantería de Selva, ubicada en Rio Branco, estado de Acre, donde la Embajada de Estados Unidos había emitido un comunicado oficial informando que Holsey se reuniría allí con líderes militares brasileños, destacando la importancia del encuentro para evaluar amenazas en la frontera entre Brasil, Perú y Bolivia, especialmente vinculadas al narcotráfico y el tráfico de armas.

Desde el Ejército brasileño se propuso trasladar la visita a Manaos, sede del Comando Militar de la Amazonia, a fin de ofrecer una visión más completa de la región. La delegación estadounidense rechazó la alternativa, y el Ejército brasileño finalmente denegó el viaje a Rio Branco por “dificultades logísticas”.
Fría recepción diplomática en cena oficial del Comando Sur
Otro elemento que reflejó el clima de distancia fue la cena organizada por la comitiva estadounidense el martes 20 de mayo, que, aunque la invitación incluyó a Mucio y a los tres comandantes de las Fuerzas Armadas, ninguno de ellos asistió al evento, delegando la representación en oficiales de menor rango.

Fuentes cercanas al ministro Mucio y a los comandantes explicaron que la invitación a la cena fue emitida el mismo día, cuando las autoridades ya tenían compromisos previamente agendados, siendo interpretada en círculos diplomáticos y militares como un gesto de malestar ante el tono y el contenido de la visita, especialmente por la falta de coordinación en temas logísticos y estratégicos.
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