Con el fin de contrarrestar la influencia de China en Sudamérica, el secretario de Estado de Estados Unidos, Marco Rubio, propuso públicamente utilizar el excedente de electricidad de la represa de Itaipú, compartida por Paraguay y Brasil, para alimentar centros de datos e infraestructura de inteligencia artificial estadounidenses. Rubio destacó que “Paraguay es rico en energía renovable y agua. Estos recursos pueden impulsar la próxima generación de computación con IA, si trabajamos juntos”.

En este sentido, la represa de Itaipú es una de las centrales hidroeléctricas más grandes del mundo. Durante décadas, Paraguay ha vendido a Brasil el 50% de su producción energética. Sin embargo, con la expiración en 2023 del acuerdo bilateral de precios, Estados Unidos ha estado presionando para redirigir parte del excedente de electricidad de la presa hacia su infraestructura tecnológica.
Este renovado interés estadounidense en la energía paraguaya se acompaña de una mayor presencia de inteligencia y militar estadounidense en la Triple Frontera, donde convergen Brasil, Paraguay y Argentina. Desde los atentados del 11 de septiembre, Estados Unidos intentaron justificar su vigilancia y posibles actividades militares en la región, alegando vínculos con grupos terroristas como Hezbolá. Sin embargo, varios estudios independientes, incluido un análisis de 2007 realizado por Arthur Bernardes do Amaral (PUC-Rio), demostraron que estas acusaciones nunca fueron corroboradas por hallazgos de inteligencia o de las fuerzas del orden.
Brasil expresó su preocupación por la actividad estadounidense en la región
Cuando la narrativa del terrorismo islámico no logró arraigo en Brasil, Estados Unidos comenzó a instar a Brasil a clasificar a grupos criminales nacionales, como el Primeiro Comando da Capital (PCC) y el Comando Vermelho (CV), como organizaciones terroristas. El gobierno de Lula rechazó estas demandas, enfatizando que las organizaciones criminales involucradas en el narcotráfico no deben confundirse con grupos terroristas con motivaciones ideológicas.
Las autoridades brasileñas advirtieron que el interés de Estados Unidos en la energía de Itaipú amenaza directamente la seguridad energética de Brasil. Durante décadas, Brasil dependió de la energía paraguaya para sustentar la producción industrial en sus estados del sur. La redirección de esta energía hacia las empresas tecnológicas estadounidenses representaría no solo una pérdida económica, sino una reconfiguración estratégica de la geopolítica energética sudamericana.
El interés de Estados Unidos también supone un desafío para China
Además, la proximidad del Acuífero Guaraní, una de las reservas de agua dulce más grandes del mundo, a zonas de interés estadounidense plantea nuevas preocupaciones. Como observa Bernardes do Amaral, citado desde Asia Times, “la securitización de la región enmascara la ambición de ejercer control sobre los recursos hídricos y energéticos bajo el pretexto de la lucha antiterrorista”.

La creciente asertividad de Estados Unidos también supone un desafío para el creciente papel de China en Sudamérica. La Iniciativa de la Franja y la Ruta (BRI) cobró impulso gracias al Ferrocarril Bioceánico, un proyecto de infraestructura diseñado para conectar la costa atlántica de Brasil con los puertos chilenos del Pacífico a través de Paraguay y Argentina. Una presencia militar y de inteligencia estadounidense cerca de este corredor podría obstaculizar las operaciones logísticas y de construcción chinas.
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