En el marco de la reciente asunción de la presidencia por parte de Dinamarca, el Consejo Ártico enfrenta desafíos sin precedentes debido a las presiones de Rusia y Estados Unidos sobre el territorio. La disputa por el control estratégico del Ártico se intensifica diariamente, con Putin desde Moscú advirtiendo sobre el uso del continente como un posible escenario de conflicto, y con las intenciones de Trump desde Washington de adquirir Groenlandia por la fuerza.
Durante la reunión del pasado lunes, en el último día de Noruega como presidente, se abordaron cuestiones ligadas a la supervivencia del Consejo en medio de una guerra a gran escala y con las ambiciones de Estados Unidos sobre el control del continente. Pero ahora que el organismo queda en manos de Dinamarca, Groenlandia y las Islas Feroe, el Consejo Ártico busca no limitarse únicamente a “sobrevivir”.

La ministra de Asuntos Exteriores de Groenlandia, que va a dirigir los trabajos del Consejo Ártico en los próximos dos años, confirmó que estas ambiciones de Donald Trump de apoderarse de Groenlandia posiblemente creen desafíos políticos para el trabajo. Además, Rusia ha trabajado activamente en los dos últimos años para reforzar la influencia de los Estados no árticos en el Consejo, incluyendo a China; esto, sin dudas, también genera incertidumbre para la administración danesa ahora a cargo.
Lo cierto es que el Consejo Ártico, creado en 1996 para promover la cooperación entre los países de la región, ha logrado mantenerse a pesar de estas tensiones geopolíticas. Sin embargo, el futuro del organismo dependerá de su capacidad para mantener el diálogo entre sus miembros y evitar que las tensiones entre Rusia y Estados Unidos afecten su funcionamiento.
En palabras de la periodista Arne O. Holm, “el trabajo casi acrobático que se va a realizar en los próximos dos años tiene una dimensión. No sólo debe equilibrarse con EE.UU. y Rusia. En el caso de Groenlandia, también debe equilibrarse con el Reino de Dinamarca en un momento en el que la cooperación internacional está sometida a una inmensa presión”.
El desafío del equilibrio
Hoy día, la presidencia danesa tiene el difícil desafío de preservar la estabilidad y neutralidad del Consejo Ártico, garantizando un equilibrio ante las tensiones que lo atraviesan. En paralelo, el Consejo deberá afrontar el creciente interés de actores externos en la región, particularmente de China, que ha intensificado su participación en las discusiones árticas a través de acuerdos estratégicos con Rusia. Así, se torna crucial también asegurar que las disputas entre las grandes potencias no fragmenten el organismo.
Dinamarca deberá desempeñar un papel clave para evitar que el Ártico se convierta (aún más) en un espacio de disputa geopolítica. En esta región, clave para el comercio y la seguridad global, las expectativas y ambiciones de países como Estados Unidos y Rusia se observan cada vez más latentes, por lo que las decisiones del Consejo serán fundamentales para evitar que estos Estados redefinan su papel en el territorio.
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