Si bien el aumento en materia de presupuesto de defensa de los países miembros de la OTAN ha sido considerable desde el comienzo de la guerra en Ucrania, los altos mandos de la OTAN todavía consideran que no es suficiente. En este marco, Mark Rutte, Secretario General de la OTAN y ex Primer Ministro de los Países Bajos, propone un aumento en el presupuesto de defensa equivalente al 5% del PBI, una meta que según el mandatario debería ser alcanzada en 2032.
¿Qué repercusiones acarrea el aumento del presupuesto de defensa para Europa?
La inyección de dinero en la industria armamentística y de defensa europea genera sentimientos encontrados. Por una parte, la activación de este sector podría llegar a generar un motor económico y, consecuentemente, nuevos puestos de trabajo. No obstante, hay quienes observan que el presupuesto que está proyectado hoy en día para defensa, y sus posteriores incrementos, podría ser utilizado para proyectos vinculados con el desarrollo social.

A este respecto, Moritz Schularick, presidente del Instituto de Economía Mundial de Kiel, estima que elevar el gasto en defensa desde poco menos del 2% al 3,5% del PBI representaría un costo anual cercano a los 300.000 millones de euros. No obstante, si se invierte de manera eficiente, esta suma podría traducirse en un incremento económico de magnitud similar. Ese aumento del gasto podría impulsar el crecimiento del PBI entre un 0,9% y un 1,5%, lo que sería especialmente positivo considerando que el crecimiento agregado del bloque fue de apenas 0,9% en 2024.
Postura estadounidense acerca del presupuesto de defensa de la OTAN
La perspectiva de la administración Trump con respecto al gasto público ha sido muy clara. Tanto es así, que el nuevo Departamento de Eficiencia Gubernamental no ha cesado de investigar las partidas presupuestarias de múltiples organismos estatales de Washington y en algunos casos, incluso, eliminarlas. En este sentido, si bien un recorte considerable del presupuesto de defensa estadounidense no es una opción que baraja el gobierno, continuar aportando fondos a la OTAN, superando las contribuciones europeas, genera resistencia en las altas esferas de la Casa Blanca.

Para aliviar este esfuerzo económico al que se ha sometido EE.UU., y en el contexto del acercamiento de este país a sus límites fiscales, no es una opción para Washington “subsidiar” la defensa europea. En abril 2025, el secretario de Estado de EE. UU., Marco Rubio, hizo énfasis en que la administración Trump permanecería en la OTAN. No obstante, también insistió en que existe una hoja de ruta realista para que todos los países, inclusive el suyo, cumplan con el objetivo de destinar hasta el 5% de su PBI al gasto en defensa, dejando en claro que este requisito es clave para el apoyo del presidente estadounidense a la alianza.
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